Me cuesta mucho escribir este post, pero creo que debo hacerlo, precisamente ahora que los maquinistas de la muerte, el gobierno, anda ya traginando la legalización de otra clase de asesinatos. Lo llaman Eutanasia o el derecho a morir con dignidad, pero, como en el caso de la Ley del Aborto, es imposible disfrazar la verdad con eufemismos mejor sonantes que el asesinato puro y duro.
Morir con dignidad es como mueren muchas personas, como murió mi padre, en una agonía de cuatro meses, con calmantes y sedantes cuando el dolor arreciaba, pero con unos momentos de lucidez que a sus hijos, nos turnábamos y peleábamos por estar a su lado, nos dejó un recuerdo imborrable. Ya muchas veces he hablado de él, pero es que fue un tiempo entrañable donde pudimos recoger sus últimas lecciones llenas de sabiduria, serenidad y santidad, herencia de un valor incalculable.
MICHELLE_
Sin embargo, hoy no deseo hablar de él, sino de lo sucedido con otra persona fallecida la noche de La Inmaculada pasada.
Su nombre es Michelle y se trata de una ex nuera inglesa, madre de dos de mis nietos que siempre han estado bajo la custodia de mi hijo porque ella así lo quiso, aunque la madre mantenía un contacto muy directo con los tres.
Su lugar de residencia es Brighton por lo que no puedo verlos muy a menudo.
Mitchelle tenía 34 años y en apenas un mes ha fallecido por un cancer galopante del que hasta ahora nadie conocía su existencia. Hacía unos meses que se había trasladado a vivir a Irlanda y fue allí donde se descubrió su enfermedad, en un estado tan avanzado que ya no tenía tratamiento. No quiso volver a Brighton porque su madre había muerto en un hospital de aquella ciudad y todos tenían el recuerdo de lo mal que había sido tratada y de lo poco que hicieron por mantenerla viva hasta el final.
A mi hijo y mis nietos sólo les avisaron cuando ya estaba en las últimas e inmediatamente se trasladaron a dicho país. Fue ingresada en un Hospital Público Católico de Irlanda, con la seguridad de que al ser católico lucharían por su vida hasta que Dios quisiera. Se da la circunstancia que ella era anglicana (no practicante) pero acudió al lugar donde todo se hace, y se hace bien, por amor de Dios.
Por supuesto, ha habido mucho dolor por parte de todos, pero mi hijo nos iba contando lo emocionado que estaba por la forma de tratarla, por parte de médicos y de todo el personal sanitario, incluso desviviéndose por los familiares y facilitando su presencia junto a ella de día y de noche. No le faltaron toda clase de pruebas para ver si se le podía aplicar tratamientos que prolongasen su vida por un tiempo más. Tristemente no fue posible.
La mantenían sedada, pero desde que llegaron suspendían a ratos, mientras se pudo, los sedantes para que lograra hablar con ellos, les apretaba la mano y decía cuánto quería a sus tres niños, incluyendo cariñosamente al padre.
Quince días pasaron a su lado, hasta que la noche de nuestra Inmaculada dejó este mundo.
Todo este tiempo he rezado con intensidad y devoción por la salud de su cuerpo y de su alma, si era la Voluntad de Dios, pero su voluntad fue llevársela en un día tan señalado como el de nuestra Madre Inmaculada.
Los hijos, mis nietos, tienen ya dieciocho años la niña y trece el niño. Se han portado de manera ejemplar y maravillosa. Estoy segura que este acompañar a su madre y participar de su dolor va a ser un gran bien para ellos.
Sé que todos debemos procurar felicidad a los niños y evitarles situaciones duras, pero creo que tampoco es bueno aislarles de todo sufrimiento ni darles la sensación de que no hay males en esta vida, sino enseñarles a vivirlos con madurez y visión eterna. Me siento orgullosa de ellos porque su comportamiento ha sido muy edificante para todos y de un gran consuelo para Mitchelle.
¿Por qué cuento esto?_
Al contaros todo esto lo que pretendo señalar es que ya se va siendo consciente de que la Religión Católica y sus centros de asistencia, defienden ese derecho a la vida que tienen todas las personas, desde la concepción hasta la muerte, sanas o enfermas, capacitados o discapacitados...
Es una lástima que en España no existan Hospitales Públicos con el nombre y el ideario de Católicos, donde se admita, como en los comedores de Cáritas, a todo el mundo, sin distinción de ideologías ni religión. Tengo la seguridad de que, en unos pocos años, rebosarían de pacientes que aman la vida, dada por Dios gratuitamente, y quieren vivirla hasta que Él lo disponga.
Os imaginaréis lo mucho que me hubiera gustado estar con ellos en esos momentos tan duros, pero fueron los días de hospitales madrileños con otra hija y un nieto que, gracias a Dios, ya han pasado.
Gracias a Dios también porque creo que este año voy a poder tenerlos conmigo (a mi hijo y mis nietos ingleses) unos días por Navidad.
UN RUEGO:
Si no es agobiaros demasiado, os ruego que encomendéis su alma. Michelle tuvo una vida muy dura desde que nació y ha vivido episodios tremendos, sin familia y en un país donde la caridad no se prodiga demasiado. Sé que no va a contar con demasiadas oraciones, pero en casos como éste es donde más veo la necesidad que tenemos de la Misericordia divina. Y si Dios se la llevó el día de La Inmaculada... mi fe aumenta.
También aumenta mi cariño por todos los que os acercáis a este blog y atendéis mis ruegos de oración.