A estas alturas de la película en el que todo es inminente y nada parece tener vuelta de hoja, se agolpan en mi interior un montón de sentimientos y sensaciones.
El momento es crítico y la presión es mucha. Muchos me honráis, inmerecidamente, destacando mi supuesta disposición a la voluntad de DIOS. Os aseguro que hay días en los que no soy ejemplo de nada, ni para nadie.
Parece fácil confiar en DIOS, aliviar todo el peso de esta cruz en sus manos, dejarlo todo a su providencialidad..., pero os aseguro que no lo es.
No voy a decir, porque no sería cierto, que en ningún momento haya sentido su presencia. Eso no es así, porque si así fuera os aseguro que yo no hubiera sido capaz de llegar hasta aquí. Soy demasiado débil y miedoso, como para haber hecho todo este recorrido solo. Pero este último tramo de cuesta de mi Calvario particular, se me está haciendo especialmente duro, como sí, a pesar de los apoyos, lo tuviera que subir solo.
Después de rezar mucho, -no es por ponerme méritos pero rezo como pocos que conozco-, después de ir a Misa, de leer, de buscar a DIOS, de hablar con ÉL en todo momento y circunstancia..; hay veces, que NO le oigo. No sé si no me habla, o yo me he quedado sordo a sus palabras... Y eso es... muy doloroso. Pero lo peor es que, es sobre esa patente debilidad, donde mejor trabaja "el enemigo"..., y es por eso, cuando puede sobrevenir la poderosa (aunque no irresistible) TENTACIÓN DEL DESALIENTO.
Y entonces, todo se junta. Y uno echa la vista atrás y ve los tiempos que ha dedicado a DIOS y lo poco que, -aparentemente- ha conseguido.
Y entonces uno se acuerda de aquella cita bíblica del "Pedid y se os dará", y de las veces que uno mismo ha hablado del inigualable "poder de la oración", incluso de la "fuerza de los Sacramentos"; y piensa -cayendo en un pecado mayúsculo- que nada de eso está hecho para él.
¡Cuántas veces uno ha esperado una luz, la actuación extraordinaria de DIOS!, el milagro que curara y que al tiempo callara tantas bocas de descreídos; mientras que DIOS permanecía impasible, dando la razón a todos los empiristas.
Y uno, se llega a cuestionar sobre la veracidad de todo eso que defiende, predica e intenta vivir. Posiblemente, el pecado se agrava con un terrible ataque de soberbia ególatra.
¿Cómo puede ser posible que -yo- rezando tanto y tratando de ser bueno, sufra tanto?.
¿Por qué tienen que sufrir -los míos-?
¿Será posible que DIOS se haga el sordo ante tanta gente rezando por -mí-?
-Yo-,-mios-, -mi-: ... Y luego, de ahí, ya uno empieza a desbarrar... "Dios, ¿estás ahí?", "Realmente ¿existe DIOS?" etc., etc., etc. Y uno acaba preguntándose si todo esto de la religión será todo un bonito cuento...
Desaliento, desconfianza, ¡desesperación!, van todo en el mismo paquete. Y si se entra en esa espiral es muy complicado salir de la mentira..., ¡sin ayuda es imposible!
Una vez más, aunque parezca contradictorio o paradójico, la salida de ese laberinto de la desesperación, solo se encuentra a través de lo que parece que no funciona: ¡La oración y los Sacramentos! La clave es la paciencia y la perseverancia, y también... un poquito de memoria.
Lo primero que hay que hacer es una buena confesión para ganar gracia sacramental y obtener la luz del Espíritu, y luego efectivamente, es muy útil, recordar las muchísimas veces, incluso durante todo el proceso de la enfermedad en las que uno se ha sentido sostenido y aliviado por su Presencia Misteriosa.
Ciertamente, no quiero la operación, me aterra pensar que un bisturí me rasgue de parte a parte, me da mucho miedo el riesgo añadido que tengo. Además, me pongo en las dos circunstancias, en la posibilidad terrible de morir en el intento; y en la de salir de una intervención en el que el postoperatorio será duro y después en mi cuerpo, nada volverá a ser igual.
Como veis tengo momentos de mucha tentación, en el que me vienen todas estas cosas y todas las que os acabo de contar antes, pero en esa tremenda lucha interior, ¡misteriosamente! siempre vence la opción más positiva, la más optimista.
Es indudable que aún con todas esas complicaciones, esto podría no ser operable y lo es, En este precipicio... ¡Tengo que aprovecharme de esa "cuerda" que DIOS me tiende!
Ayer me dijo mi mujer, "posiblemente DIOS quiere que te operes...", si es así ¿quien soy yo para negarme a su voluntad?
Claro que todo podría ser mejor, pero también todo podría ser mucho peor. De hecho, el ánimo y la alegría interior que tengo, os aseguro que es tan inexplicable, tan impensable en mí, que me atrevo a calificarla de sobrenatural.
Este posiblemente, será uno de los últimos posts (al menos de este año) en la HOJA, el lunes llega uno de los momentos más cruciales de mi vida, ya estoy en capilla, como los toreros. Como ellos antes de salir al ruedo, a DIOS y a su Madre me encomiendo y pido que lo hagáis conmigo, para que esa esperanza no decaiga.
Tengo previsto, despediros otra vez, pero aprovecho esta circunstancia, para agradecer vuestra presencia en el blog y en mi vida, vuestros apoyos y oraciones, a todos los que estáis conmigo en estos momentos. Quiero que sepáis que, en el corazón os llevo a todos, en cada lucha de mi vida. Ha sido -y es- un honor luchar a vuestro lado.