lunes, 30 de julio de 2018

HOY CON ARCENDO, ARREPENTIRSE

jueves, 30 de agosto de 2012

LA IRRENUNCIABLE NECESIDAD DEL ARREPENTIMIENTO


Dicen -y es verdad- que una de las mayores victorias del "enemigo", es convencer de que no existe, sin embargo la Iglesia que es madre y maestra no cesa de velar por sus hijos.
Durante este verano, algunas intervenciones del Papa en Castelgandolfo (durante el rezo del Angelus) han sido reveladoras. Especialmente hoy me quedo con la alocución pronunciada el día 26 de agosto (Ver enlace); entonces Benedicto XVI habló de la falsedad y dijo de ella que "la falsedad es el mal del mundo"; para posteriormente concluir diciendo que... "la mentira es la marca del diablo".

El mal existe, es totalmente vigente y es la absoluta contraposición al bien. Está perogrullada, que en otros tiempos resultaría evidente, es imprescindible recordarla ahora cuando el relativismo pretende borrar las líneas de separación e igualar lo inigualable.
Repito, el mal existe y además, tiene muchas vertientes. Ahora parece que el mal esté buscando nuevas estrategias. Es como si en este siglo, el diablo no quisiera un mundo sin cristianismo, sino un cristianismo sin Dios, con hombres que se crean autosuficientes…
Pero nada es nuevo, autosuficiencia y soberbia están intimamente relacionados y  fue precisamente la soberbia...., el primer pecado.

Basta mirar un poco alrededor. El relativismo dice que todo vale, no hay límites, ni bien, ni mal, ni verdades absolutas; por lo tanto cualquier crítica o autocrítica no ha lugar. De tal modo que cualquier examen de conciencia se hace inútil. Nadie se cuestiona nada, nada se cuestiona. El hombre se basta a si mismo, y se justifica consigo mismo.
Lo malo de esto es que al no existir ninguna conciencia de mal, nadie se siente movido a la rectificación, y eso deriva en curiosos testimonios personales, demasiado parejos pero de personas muy dispares.

Veamos algunos ejemplos:
Hace poco asistíamos con estupor a la lectura de la sentencia contra Breivik, el asesino de Oslo. Las declaraciones del criminal, impactaban mucho más... "No me arrepiento de nada, lo volvería a hacer".
Así mismo, en este momento recuerdo a alguien más cercano, a Santiago Carrillo. El viejo líder comunista haciendo un repaso a su vida pública en una revista reconocía que nunca había sido un santo, pero añadía “Lo hecho, hecho está. No me arrepiento de nada”.
Más o menos lo mismo decía el ex director ejecutivo del Barça, Joan Oliver, enredado en escándalos millonarios: “No me arrepiento de nada de lo que he hecho en el Barça, porque siempre he hecho lo que creía que debía hacer”.
En el mundillo del espectáculo tampoco se quedan cortos. Alejandro Sanz dijo: “He renunciado a ser perfecto. Amo mis defectos" Y la mediática Miley Cyrus/Hannah Montana: “No me arrepiento de nada. Todo lo que he vivido me ha hecho más fuerte”....

¡¡AUTOSUFICIENCIA!!! , ¿Soberbia?, ¿Vanidad?... ¡todo junto!, eso y además el renuncio absoluto al examen y a la autocrítica.
Esa es la actitud del mundo actual que implica la renuncia por conocer al enemigo."Conocer al enemigo nos permite vencerlo" (decía Napoleón), y esta verdad muchas veces la desechamos precisamente cuando hablamos del diablo. Desestimamos a nuestro terrible adversario y hasta nos da risa su supuesta imagen roja con capa, cuernos y tridente. Pero el enemigo de Dios no es menor.

Dicen que hay una crisis económica, pero desde aquí y desde otros muchos blogs decimos que, la mayor de las crisis es la moral, la de la pérdida de DIOS.
Ciertamente hay algo enfermo en esta sociedad, tanto desde el punto de vista moral como psicológico, y posiblemente radique en ese rechazo de la necesidad del arrepentimiento, que no es, si no la mayor tentación del maligno.
Posiblemente la solución a esta gravísima crisis mundial esté en primer lugar, en no capitular, en reconocer nuestros fallos y volver a intentarlo de nuevo. En la medida en que nos esforcemos nosotros por ser mejores, podríamos empezar a aspirar también a mejorar la sociedad; creo que no hay otro modo.

De todos modos..., entre tanta estulticia, también surgen esperanzadores brotes verdes. Los que me conocéis sabéis que me gusta terminar -casi- siempre mis posts, de manera optimista; hoy lo quiero hacer con dos testimonios ejemplares, afortunadamente opuestos a los que hayáis podido leer antes.
El primero es de Don Antonio Mingote (que DIOS tenga en su gloria). En una de sus últimas entrevistas el genial dibujante a sus 91 años, nos regaló una auténtica lección de humanidad:
"Me arrepiento de todo… De cómo he tratado a mis amigos…, de no haber sido más amable con mi madre, con mi padre, con mi hermana, con mi familia… Me arrepiento de no haber hecho cosas que tendría que haber hecho porque siempre me he quedado corto en el trato con la gente… Sobre todo, me arrepiento de muchas tonterías que he hecho, de muchas frivolidades, de muchas gilipolleces… ¡Ufff!, de las cosas que me arrepiento”.
De modo más directo, hace poco también se expresaba el dramaturgo catalán, Albert Boadella: “Me arrepiento de muchas cosas. Si no, formaría parte de los imbéciles”...., ante esta afirmación tan categórica y tan certera..., yo no puedo añadir nada más, salvo que la suscribo.
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