jueves, 5 de julio de 2007

LA LIBERTAD INTERIOR

En algunos momentos de la lucha, cuando nos hayamos especialmente preocupados por lo que "no va" en nuestro entorno, en nuestra comunidad, en nuestra familia o en nuestro medio eclesial, y nos sentimos tentados de desalentarnos y bajar los brazos, esto es lo que debemos decirnos: pase lo que pase, sean cual sean los errores y faltas cometidas aquí y allá, esto no nos quita absolutamente nada. Ni siquiera el vivir entre gente que comete pecados mortales desde que se levanta hasta que se acuesta puede impedirme que ame al Señor y sirva al prójimo, ni me priva de ningun bien espiritual, ni es obstáculo para que yo siga dirigiéndome a la plenitud del amor . aunque a mi alrededor el mundo se desmoronase, nada me quitaría la posibilidad de rezar, de amar a Dios y de poner en El toda mi esperanza.

Por supuesto que no se trata de encerrarse en una torre de marfil y volverse absolutamente indiferentes a lo que sucede junto a nosotros, ni tampoco de permanecer siempre pasivos. Cuando en nuestro entorno surgen problemas, claro que debemos desear que se resuelvan, ademas de discernir lo que Dios quiere de nosotros: ¿debo intervenir; ¿está en mi mano, de un modo real y concreto, hacer algo?. si la respuesta es afirmativa sería un pecado de omisión no hacer nada.
Lo que quiero decir es que, aunque parezca que todo marcha mal, es absolutamente necesario preservar esa libertad nuestra de continuar esperando en Dios y sirviéndole con entusiasmo y alegría. En efecto, el demonio a menudo busca descorazonarnos, desmoralizarnos o hacernos perder la alegría de servir al Señor, y uno de sus métodos preferidos consiste en inquietarnos con lo que nos toca de cerca.

....Tenemos que detectar como actua la tentación y reaccionar diciendo: pase lo que pase, no tengo nada que perder; debo conservar mi fervor, y continuar amando a Dios y rezar con todo el corazón; debo amar a las personas con las que convivo, incluso aunque no sepa en que acabará esta situación. No pierdo el tiempo ni me equivoco intentando amar en lo cotidiano: este amor nunca será en vano.
.... Si el pecado que me rodea me conduce al desasosiego y descorazonamiento, unicamente acelero la propagación del mal. El mal no puede vencerse más que con el bien, poniendo freno a la difusión del pecado con nuetra devoción, nuestra alegría y nuestra esperanza, haciendo hoy el bien que está en nuestra mano sin preocuparnos del mañana.
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Y mañana me pierdo en un rincón de la Mancha (donde no llega internet) para que la familia, hijos y nietos, pasen sus vacaciones de verano. Por eso he querido dejar en De Dentro este capítulo de un fantástico libro titulado LA LIBERTAD INTERIOR ( Jacques Philippe. editorial Patmos). Lo recomiendo encarecidamente.
¡Felices vacaciones!
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