miércoles, 5 de enero de 2011
EN 2011: UN RETO.... ¡PARA AUDACES!
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Para llevar a buen término cualquier actividad humana es bueno planificar antes; y eso implica, antes de nada, determinar las pequeñas metas diarias que hemos de vencer para culminar con cierto éxito.
Así, al comenzar un nuevo proyecto, (y este año naciente, lo es) será imprescindible vislumbrar los objetivos en la esperanza de poder alcanzarlos, pero también hemos de tantear las fuerzas con las que contamos y saber dosificarlas convenientemente.
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Esta claro, que para un católico de nuestro tiempo, consciente de lo que se cuece en el mundo, no hay mayor, ni mejor meta que la salvación; y en ese negocio, afortunadamente, sabemos que contamos ante todo con la gracia de DIOS, pero también hay que saber que a nosotros, nos toca -nuestra parte-
Inicialmente, deberíamos convencernos de la enorme importancia de la Doctrina cristiana. Claro que aprender a amar a Dios no es saberse una serie de normas cerradas, sin embargo, si que es necesario saber lo que Dios quiere de nosotros y conocer el modo en que lo quiere.
Nuestra doctrina sienta la base de nuestro comportamiento, pensamientos, emociones y acciones, la cual se basa en la Palabra de Dios, en los Evangelios y en el resto de la Escritura.
En los tiempos actuales, me temo que a veces, incluso los cristianos, nos olvidamos con cierta frecuencia de la doctrina. Sin embargo, la doctrina es el cimiento.
Para llevar a buen término cualquier actividad humana es bueno planificar antes; y eso implica, antes de nada, determinar las pequeñas metas diarias que hemos de vencer para culminar con cierto éxito.
Así, al comenzar un nuevo proyecto, (y este año naciente, lo es) será imprescindible vislumbrar los objetivos en la esperanza de poder alcanzarlos, pero también hemos de tantear las fuerzas con las que contamos y saber dosificarlas convenientemente.
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Esta claro, que para un católico de nuestro tiempo, consciente de lo que se cuece en el mundo, no hay mayor, ni mejor meta que la salvación; y en ese negocio, afortunadamente, sabemos que contamos ante todo con la gracia de DIOS, pero también hay que saber que a nosotros, nos toca -nuestra parte-
Inicialmente, deberíamos convencernos de la enorme importancia de la Doctrina cristiana. Claro que aprender a amar a Dios no es saberse una serie de normas cerradas, sin embargo, si que es necesario saber lo que Dios quiere de nosotros y conocer el modo en que lo quiere.
Nuestra doctrina sienta la base de nuestro comportamiento, pensamientos, emociones y acciones, la cual se basa en la Palabra de Dios, en los Evangelios y en el resto de la Escritura.
En los tiempos actuales, me temo que a veces, incluso los cristianos, nos olvidamos con cierta frecuencia de la doctrina. Sin embargo, la doctrina es el cimiento.
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Recuerdo, cuando no hace mucho, yo daba catequesis y les ponía a los chicos un ejemplo muy gráfico (creo que ya lo he contado aquí, alguna vez):
Recuerdo, cuando no hace mucho, yo daba catequesis y les ponía a los chicos un ejemplo muy gráfico (creo que ya lo he contado aquí, alguna vez):
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Les decía, Dios es el mejor fabricante de lavadoras, las lavadoras son nuestras vidas, y Él, que sabe exactamente como funciona la máquina y lo que tiene que usar para su mejor rendimiento nos facilita el mejor libro de instrucciones (la doctrina).
Les decía, Dios es el mejor fabricante de lavadoras, las lavadoras son nuestras vidas, y Él, que sabe exactamente como funciona la máquina y lo que tiene que usar para su mejor rendimiento nos facilita el mejor libro de instrucciones (la doctrina).
En ese folleto, se nos dice como la debemos encender, como poner los programas idóneos para cada tipo de tejido, que tipo de detergente debemos usar y la cantidad exacta del mismo… etc, etc, etc. Todo, todo, todo.
Por supuesto, que tenemos toda la libertad del mundo para saltarnos, a la torera, el librito de instrucciones, pero…. estaremos poniendo en peligro la máquina incluso estaremos a riesgo de romperla para siempre. Pero lo podremos hacer.
Sin embargo, lo mejor, lo óptimo es utilizar siempre, ese imprescindible libro de instrucciones hecho por nuestro propio fabricante, por el mismo Creador; por eso, la doctrina es tan importante.
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Yo, incluso diría… que además, tenemos la suerte de contar con una impagable –guía rápida- de nuestra máquina que son….: Las Bienaventuranzas.
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No hay cosa más revolucionaria, más contracorriente y más antagónica de este mundo tan desesperanzado que las Bienaventuranzas. Todas ellas son un auténtico aldabonazo en el alma que quiere querer. Pero son también una tremenda bomba a la línea de flotación de las almas comodonas y aburguesadas.
Sin embargo, lo mejor, lo óptimo es utilizar siempre, ese imprescindible libro de instrucciones hecho por nuestro propio fabricante, por el mismo Creador; por eso, la doctrina es tan importante.
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Yo, incluso diría… que además, tenemos la suerte de contar con una impagable –guía rápida- de nuestra máquina que son….: Las Bienaventuranzas.
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No hay cosa más revolucionaria, más contracorriente y más antagónica de este mundo tan desesperanzado que las Bienaventuranzas. Todas ellas son un auténtico aldabonazo en el alma que quiere querer. Pero son también una tremenda bomba a la línea de flotación de las almas comodonas y aburguesadas.
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Se puede decir que las Bienaventuranzas definen la felicidad misma. En ellas se nos propone un auténtico estilo de vida, único, ambicioso, sorprendente…
El mundo de hoy, nos dice que la felicidad está en el dinero; en el dominio sobre los demás; en el gozar por el gozar; en recibir honores y grandezas, elogios y alabanzas; pero Jesús nos dice, la felicidad está en vivir a fondo EL AMOR.
Se puede decir que las Bienaventuranzas definen la felicidad misma. En ellas se nos propone un auténtico estilo de vida, único, ambicioso, sorprendente…
El mundo de hoy, nos dice que la felicidad está en el dinero; en el dominio sobre los demás; en el gozar por el gozar; en recibir honores y grandezas, elogios y alabanzas; pero Jesús nos dice, la felicidad está en vivir a fondo EL AMOR.
¿¿¿Habrá algo más hermoso y contradictorio que esto???:
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Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos , porque poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
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¡Que gran desafío, y que claras las palabras del Maestro!, sin embargo todavía, hay quienes andan buscando controversias y confusiones…
¡Que gran desafío, y que claras las palabras del Maestro!, sin embargo todavía, hay quienes andan buscando controversias y confusiones…
La mala intención pasa, en los que tergiversan el mensaje queriendo ver un Dios sadomasoquista, cuyo único deseo es que el cristiano se conforme con su suerte, siendo su destino llorar, sufrir.
Nada más lejos de la realidad. No se trata de sufrir para apaciguar a Dios, no se trata de complacerse en el sufrimiento, no se trata de “satisfacer” a Dios mediante el sufrimiento.
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Los términos "dichosos" o "bienaventurados", son expresiones que animan, que confirman, que corroboran, que felicitan…., al bravo que sea capaz de abrirse a los demás. Que nadie entienda pues, que aquí se dice “dichosos los infelices”…, porque las Bienaventuranzas son palabras de alegría a la donación, a la generosidad sin límites.
Las bienaventuranzas están cargadas de fuerza, radicalidad, esperanza, convicción, contraste, autenticidad, compromiso y de una visión de vidas transformadas por el AMOR.
Nada más lejos de la realidad. No se trata de sufrir para apaciguar a Dios, no se trata de complacerse en el sufrimiento, no se trata de “satisfacer” a Dios mediante el sufrimiento.
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Los términos "dichosos" o "bienaventurados", son expresiones que animan, que confirman, que corroboran, que felicitan…., al bravo que sea capaz de abrirse a los demás. Que nadie entienda pues, que aquí se dice “dichosos los infelices”…, porque las Bienaventuranzas son palabras de alegría a la donación, a la generosidad sin límites.
Las bienaventuranzas están cargadas de fuerza, radicalidad, esperanza, convicción, contraste, autenticidad, compromiso y de una visión de vidas transformadas por el AMOR.
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Decía Papini: “¿Quien ha leído el Sermón de la Montaña y no ha sentido, por lo menos en el corto momento de la lectura, un escalofrío de agradecida ternura, un impulso de llanto en lo más hondo de la garganta, un estrujamiento de amor y de remordimientos, una necesidad confusa, pero punzante, de hacer algo para que aquellas palabras no se queden tan sólo en palabras?"
Decía Papini: “¿Quien ha leído el Sermón de la Montaña y no ha sentido, por lo menos en el corto momento de la lectura, un escalofrío de agradecida ternura, un impulso de llanto en lo más hondo de la garganta, un estrujamiento de amor y de remordimientos, una necesidad confusa, pero punzante, de hacer algo para que aquellas palabras no se queden tan sólo en palabras?"
La felicidad de las bienaventuranzas es un estado de plenitud de vida, de ausencia de temores, y de libertad interior.
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Para finalizar, quisiera hacerlo recordando una anécdota realmente curiosa. El escenario fue la Rusia stalinista, donde todo lo que olía a religión estaba totalmente prohibido.
Para finalizar, quisiera hacerlo recordando una anécdota realmente curiosa. El escenario fue la Rusia stalinista, donde todo lo que olía a religión estaba totalmente prohibido.
Un buen día, un grupo de estudiantes se propusieron hacer una obra de teatro donde el actor principal tenía que tomar distraídamente la Biblia, comenzar a leer el inicio del capítulo 5 de San Mateo, “Bienaventurados los pobres... bienaventurados los que sufren..." y arrojar el libro al suelo acompañando la acción con una sonora carcajada, a modo de burla.
Comenzó la obra, y cuando el actor comenzó a leer, ya delante de todo el auditorio, fue tal el impacto que sintió al ir leyendo, que ya no pudo retirar su vista del texto que tenía en sus manos, y subyugado por la profundidad del texto, siguió leyendo y leyendo, hasta tal punto que no tuvieron más remedio que bajar el telón rápidamente.
Aquello se había salido totalmente de lo planeado y aquel momento inesperado se había convertido en una inmejorable lección catequística con base en las Bienaventuranzas. ¡Ver para creer!
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Que bien le iría al mundo, si los cristianos nos afanásemos en poner en marcha este reto. Probablemente, este primer mes de 2011, sería un gran momento para aceptar ese desafio…
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3 comentarios:
Imperdible esta reflexión. Qué gran desafío.
Este vídeo me impactó, nos lo dejó de forma imprevista y me emocionó.
Los martes llego siempre tarde, tenemos reunión en la parroquia, un grupo que comenzamos casi sin querer y que cada vez es más sólido. Gracia de Dios.
Muchos besiños de martes.
Gracias Militos por tan entrañable post.
El vídeo,¡Que voy a decirte !
Mi santo Juan Pablo...
Un abrazo amiga.
Besiños.
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