Allí junto a la Cruz, allí está Ella.
devorando sus lágrimas callada.
más que la aurora, más hermosa y bella,
¡Virgen bendita! ¡Virgen adorada!
El alma destrozada y abatida,
llorando dolor, cual nadie viera;
contempla en una cruz morir la vida.
la vida que en su seno floreciera.
¡Oh qué grande aflicción y qué tristeza
no sentida jamás por criatura!
Marchita de su rostro la belleza,
marchita de sus labios la frescura.
¿Quién ante tanto dolor no se conmueve?
¿Quién puede haber que a tal dolor resista?
Nadie más ¡oh María!
te renueve el inmenso pesar que te contrista.
Ella, la madre amante, sollozando,
junto al madero donde su hijo muere.
Pidámosle perdón, perdón llorando,
a Ella tan pura, que el pecado hiere.
Vicente Huidobro
Madre, yo creo que el poeta se equivoca, nunca al pie de la Cruz tu belleza se marchita, nunca fuiste más hermosa.
Al pie de la Cruz, Madre, si te pido, llorando, perdón por mis pecados y te suplico me acojas en tus brazos como hija, como lo hiciste con Juan, para que nunca desee ni busque nada contrario a la Voluntad de Dios.
Rezando el Rosario de los Sábados blogueros, unos por otros y por el mundo, que ya sufre como con dolores de parto, según las Escrituras, es la mejor manera de consolar a nuestra Madre del Amor y del Dolor.
2 comentarios:
Te acabo de ver, querida Capitana.
Es cierto, nunca fue más hermosa.
Besiños de sábado, que son importantísimos ...
Eres un sol.
Besiños.
¡Feliz semana!!!
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