
Francamente, no quería saturaros con mis historias, pero lo de esta tarde tengo que contarlo o reviento y la verdad no es buen momento para reventar.
En primer lugar os diré que mi guerrillero parece que está ya más estable, a pesar de que en la noche tuvo algunos problemas por lo que decidieron tenerle sedado hasta está tarde.
Cuando fuimos a verle le acababan de despertar y no se aclaraba del todo. Lo pasé muy mal porque comprobé que no nos conocía, sus ojos vagaban de mi hija Tamara a mi de manera muy nerviosa y asustada. Ya le habían desentubado y respiraba con la mascarilla. decía cosas, pero no se le entendía, cuando fui a acariciarle la frente se irritó y me gritó: ¡déjame! No es cuestión de criticarle ante vosotros, pero me sentó fatal porque toda la vida lleva echándome en cara que soy poco demostrativa, claro como él es un empalagoso, pues eso...Y cuando me decido a ello, me da este corte. Llamé al médico de la UVI porque aquella reacción me preocupó. El doctor se acercó y como le dije que no nos conocía, empezó a preguntarle: Julio ¿dónde estás? ¿Julio dónde estás? Parecía que decía algo de la marina, hasta que le quitó la mascarilla, volvió a preguntarle y ¿sabéis que respondió?:
¡¡TELA MARINERA!!
El médico se echó a reir y le dijo: ya, ya, pero ¿estás en la clínica? y muy concentrado contestó: Por supuesto.
De ahí mi enfado ¿Con que tela marinera? He de advertir que junto con otras, como lo de la pipa del indio o Arriba España, son sus muletillas preferidas. Total que estaba muy normal y ¿el mal trago que mi hija y yo acabábamos de pasar?
De todas maneras lo de la tela esa no acabo de creerlo, con cables y máquinas por todas partes y el no conocerme después de tantos años juntos, me hacen dudar...
Sin embargo, después de la media hora de rigor, nos despedimos y al darnos la vuelta empezaron a pitarle la media docena de máquinas o más, a las que está enchufado.
Mi hija dijo: ¿Lo ves mamá? te ha conocido y no quiere que te vayas.
¡¡QUÉ BUENA ES MI HIJA!!