martes, 3 de marzo de 2015

MARTES CON ARCENDO, DEL DOLOR


 

 

 

9 DE ENERO DE 2012

LO MEJOR QUE NOS PUEDE PASAR

“Dios no vino a suprimir el sufrimiento. No vino ni siquiera a dar una explicación. Vino a llenarlo de su presencia” Paul Claudel

En el mundo hay mucho sufrimiento, por eso es de lógica que alguna vez, una –infinitesimal- parte de esas penurias, tarde o temprano nos toque a nosotros de lleno. Cuando esto ocurre, y más aún si no estamos acostumbrados,  la tendencia es… “mirarse el ombligo”. Sin embargo…, no es bueno ni auto compadecerse eternamente, ni ensimismarse de esa manera, primero porque ninguno de nosotros somos el centro del universo y segundo porque con esas actitudes perdemos el sentido de todo, empezando por nuestra propia capacidad de acción.

El sufrimiento, el dolor, la enfermedad…, son para todos. El truco está en saber encauzar lo inevitable. “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”, decía con mucho acierto, Vicktor Frankl.

Si sabemos amar, debemos estar preparados al sufrimiento, en cualquier momento.
Una enfermedad, la soledad, una muerte repentina, un paro prolongado (pienso en mi amigo Elías y pido oraciones por él) pueden ser los detonantes de nuestros padecimientos, a veces muy hondos.
Sin embargo esa bomba de relojería tiene dos caminos:
-    El malo, que es el alimentar con nuestros egos, esa apabullante e inoperante tristeza que puede acabar en una preocupante depresión.
-    Y el bueno…, el del ofrecimiento, porque la vida está llena de oportunidades para vivirlas y aprovecharlas a plenitud.

Lo primero que hay que advertir es que ese fatídico auto compadecimiento, antes nombrado, no deja de ser UNA TENTACIÓN que siempre termina en cosas raras. Así…, una excusa bastante común, es el pensar que DIOS se olvida de nosotros.
Es muy fácil, poniendo de pantalla a todos los que sufren en el mundo, empezando por esos niños que están muriendo de hambre en el cuerno de África, cuestionarse sobre la amnesia divina desde nuestro sofá; lo malo es que tras esa actitud uno acaba angustiado, llevando esas absurdeces al terreno más íntimo: “Tengo miedo que DIOS se olvide de mí”, porque sí… DIOS se olvidó de aquellos pobres parias…
Esas y muchas otras inexactitudes del calibre de que, -con nuestras enfermedades, DIOS nos está castigando por nuestros pecados-, son los monstruos provocados por los sueños de la razón y de la fe.

Lo cierto es que si Dios, por un solo instante, se olvidara de cualquiera de nosotros, dejaríamos de existir de facto inmediato.
El dolor, la enfermedad, o cualquier clase de sufrimiento, no estarían permitidos por nuestro Padre -que todo lo puede y que nos ama hasta el extremo-, si no fuera necesario.
Aún así, a veces cuesta entender esta realidad que es difícil de asumir…, y eso es porque el mal que sufren otros, o el que padecemos nosotros mismos es todavía un misterio para nosotros.

Sin embargo, por la revelación, la oración, la vida sacramental, y posteriormente por la propia experiencia, sabemos el mucho bien que el dolor –bien encauzado- puede hacer a los demás y hacernos a nosotros mismos.
El dolor, de cualquier índole, no es lo peor que nos puede pasar, pese a lo que la gente piense, puede ser incluso, LO MEJOR que nos pueda pasar:
El dolor nos hace humildes, nos purifica y -aceptándolo- ayudamos a Cristo a llevar su Cruz y a salvar a las almas. ¡Puede haber algo mejor y más grande!

Él siempre sabe más y porqué pasan las cosas.
Tener confianza en DIOS PADRE es reconfortante, (dicen que DIOS sólo sabe contar hasta 1) así que… ponte en sus manos y deja de agobiarte; este es el consejo de un buen amigo, probablemente tan sufriente como tú, que espera compartir y contagiarte esa bendita alegría del dolor, que gracias a DIOS, tengo en este momento de mi vida.


Un año antes de su operación mortal, así reflexionaba el Capitán sobre el dolor...  Todo sufrimiento se acabó para él y quiero pensar que en su dicha, sigue acordándose de nosotros y que de alguna manera nos ayuda y fortalece al comunicarnos su alegría.

2 comentarios:

Rosa dijo...

Cuánto me gusta leerlo. Es una reflexión llena de esperanza y atemporal, vale para siempre.

La frase de la imagen se encuentra en un fresco de la Catedral de León, en la girola, y siempre me impresiona.

Estoy trabajando todavía a estas horas, en casa, pero este momento de cada martes, es maravilloso compartirlo contigo, mi querida amiga.

Muchos besiños, y del alma...

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Paso a desearte una Santa Cuaresma.
Un abrazo

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...