María, cuyo nombre como conjuro santo
ahuyenta con espanto la saña de Luzbel,
escríbeme en el pecho tu nombre omnipotente,
porque jamás intente aposentarte en él.
María, soberana de cuanto el orden encierra,
rocío de la tierra, estrella de la mar,
tu nombre misterioso será el fanal tranquilo
que alumbrará el asilo de mi terreno hogar.
María, cuyo nombre es fuente de pureza
que lava la torpeza del frágil corazón;
tu nombre será el agua que el mío purifique
de cuanta en él radique maligna inclinación.
José Zorrilla
Ya sabéis, sábado, Rosario Bloguero.
Lo mejor para ahuyentar los malos espíritus
que nos rondan por fuera y por dentro
1 comentario:
No lo conocía.
Me encanta.
Feliz sábado Mariano, querida Militos.
Besiños, muchos, muchos ...
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