lunes, 3 de agosto de 2015

SER OBJETIVO Y RESPETAR A LOS DEMÁS


 
 
 
 
Ser objetivo no está de moda, todo queremos verlo desde nuestro punto de vista y medimos la bondad o maldad de un acto con la vara de nuestros  propios sentimientos e ideologías, sin embargo, hay un elemento en nuestro interior, infundido en él por el mismo Dios que es el que debemos seguir en todo momento, nos guste o nos contraríe. Ese elemento es la Conciencia Moral de cada uno,  que si bien, en muchas ocasiones aparece enturbiada u ofuscada,  debemos respetar aquellas decisiones que tomen los demás guiados por su propia conciencia.
 
Transcribo un fragmento de la Encíclica "Gaudium et Spes", sobre este tema, la única constitución pastoral del Concilio Vaticano II. Su tema es:
 "la Iglesia en el mundo contemporáneo."
Fue aprobada por los Padres conciliares el 7 de diciembre de 1965 y solemnemente promulgada por el Papa Pablo VI ese mismo día. 
 
 
"En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre  la existencia de una ley que él no se dicta así mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello.
 
Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y  el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto  más íntimo de aquella.
 
Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste  en el amor de dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia  une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver  con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad.
 
Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad.
 
Gaudium et spes, 16

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