Sé que hay otra manera de celebrar estos días de Santos y Difuntos, pero a mi no me interesa. No me importa reconocer que soy una persona tradicional, aunque esta postura esté algo "demodé," yo creo que las tradiciones de un pais son como los cimientos del mismo, si éstos se pierden los edificios se derrumban, cosa parecida sucede con los pueblos y las naciones. No hay que vivir en el pasado, pero sí respetar y cultivar todo lo bueno que el pasado nos legó. Es malo despilfarrar la herencia material de los progenitores, pero igual de malo lo es hacerlo con ese bagaje espiritual o costumbrista que debe pasar de generación en generación, como una seña de identidad que nos hace hijos de la tierra que nos vio nacer. y entre ess señas de identidad destaca la manera especial con que cada pais dedica un recuerdo a los que nos precedieron, recuerdo que los hace siempre presentes entre nosotros, que no los echa en olvido desmientiendo el dicho de "El muerto al hoyo y el vivo al bollo."
SANTOS Y DIFUNTOS
En España se celebra el día de Todos los Santos el 1 de noviembre, es siempre festivo y aunque para algunos tenga el simple aliciente de tomarse unas breves vacaciones, puenteando días, lo mandado paro los católicos es, como día de precepto para la Iglesia, acudir a Misa. Conmemoramos la santidad de todos aquellos cuya vida ha merecido estar en la presencia de Dios, aunque no se encuentren en los altares. Al día siguiente es el día de los Difuntos, especialmente dedicado a rezar por ellos. Sin ser día de precepto las iglesias se ven llenas de fieles que acuden a encomendar a los seres queridos que ya pasaron de este mundo a la verdadera vida. Antiguamente la costumbre era asistir a tres misas contiguas en las que se abreviaban las lecturas. Mis recuerdos me llevan, como tantas veces, al colegio, donde si se celebraba ese trío de misas y siendo como era día de clases, todas asistíamos, seguramente con algo de falta de rectitud de intención, ya que rezábamos por los difuntos, pero también nos alegraba perder alguna clase.
La tradición en estas fechas, es la visita a los cementerios que se siguen viendo llenos de familias y flores, transformando el lugar en un hermoso y colorido paisaje, incluso el Ayuntamiento madrileño aumenta el número de autobuses que efectuan el trayecto a loa camposantos. Mi preferencia, sin embargo, es la de acudir a visitar y rezar por los míos en días más tranquilos. para mi el cementerio es un lugar de paz como ningun otro, no es que me deje llevar por la morbosidad, no, es que en él encuentro el sosiego y la calma que el alma necesita con mucha frecuencia.
Me gustan estos dos días de noviembre que nos acercan a los seres queridos que partieron, aunque sintamos la nostalgia de su ausencia, traerlos al pensamiento y a la oración nos hace mucho bien, al mismo tiempo que a ellos les hacemos llegar lo mejor que tenemos: rezar, ganar indulgencias para acortar el Purgatorio a quien lo necesite y guardar en el corazón la gratitud que les debemos por todo lo que hicieron por nosotros.
Colofón
Y el colofón es reunirse en familia y disfrutar de esas otras costumbres que endulzan los paladares y la convivencia. Para ello os dejo las recetas de nuestros postres más tradicionales, al menos en Madrid que cada región tiene sus propios dulces para estos días. Ya, ya sé que también se pueden adquirir en las pastelerías, pero siempre hay algunas manos prodigiosas. masculinas o femeninas, que disfrutan con este arte singular y apreciado de la repostería y si se puede implicar a los niños mejor que mejor, aunque se pongan y lo pongan todo perdido...
BUÑUELOS DE VIENTO
¡¡LA BOCA AGUA!!
Los ingredientes
200 gramos de harina, 50 gramos de mantequilla, 5 huevos, ½ litro de leche, 1 vaso pequeño de agua, 1 corteza de limón, azúcar, un poco de canela, aceite y sal.
La preparación
Deposita en un cazo la leche y el agua, añade también la corteza de limón y una pizca de sal. Coloca el cazo en el fuego y cuando entre en hervor, agrega la harina de golpe y con el fuego bajo, remueve bien todo el compuesto.
Aumenta el fuego y prosigue la cocción hasta que veas que la mezcla se separa de las paredes del cazo. Retira el cazo esperando a que la masa se entibie. Añade ahora los huevos previamente batidos, poco a poco y sin parar de remover.
Una vez obtengas una masa homogénea, con la ayuda de una cuchara toma la medida para formar los buñuelos y fríelos en una sartén con abundante aceite bien caliente, hasta que veas que están dorados. Retira los buñuelos y deposítalos sobre un plato con papel de cocina para que se absorba el exceso de aceite.
Ahora tan sólo tienes que espolvorear los buñuelos con una mezcla de azúcar y canela en polvo.
Se pueden rellenar de lo que más nos guste, aunque antiguamente no se rellenaban de nada, por eso recibían el sobrenombre de VIENTO
HUESOS DE SANTO
En realidad estos no tienen una forma definida 'de hueso'. No son más que canutillos de mazapán que se recubren de almíbar, que es lo que le da ese toque de color tan blanco. Antiguamente, el interior se rellenaba solamente de una masa dulce de yema, aunque con el paso de los años se fueron diversificando los rellenos y ahora los podemos encontrar de todos los sabores: desde gustos tradicionales como chocolate, trufa o coco, hasta otros más atrevidos como el plátano o la frambuesa.
Se trata de un postre muy concentrado: reúne en una porción muy pequeña un sabor dulce muy denso, por lo que enseguida 'llenan'. En Castilla no se ha perdido su tradición y se consumen por docenas en la fecha clave, a pesar de que su precio es bastante elevado. Esto es porque aún se elaboran artesanalmente en las pastelerías y confiterías donde los podemos comprar.Receta
Elaboración:
Hacer con el agua y el azúcar un almíbar fuerte e ir añadiendo la almendra hasta formar una masa. Se deja enfriar. Por otro lado, para hacer el relleno, hacer otro almíbar con el agua y el azúcar y, cuando esté listo, incorporar poco a poco a las yemas batidas. Introducimos la mezcla en un recipiente y se calienta al baño María, evitando que entre en ebullición porque la pasta se podría cortar. Una vez que haya espesado bien, dejar enfriar.
Cogemos el mazapán y lo amasamos con un rodillo, espolvoreando toda la superficie con azúcar glasé para darle el toque blanco de los huesos. Hacemos tiras cuadradas del tamaño que consideremos más adecuado, pero con las dimensiones suficientes para hacer con ellas los canutillos. Cada tira cuadrada se enrolla en un palo de 1 cm de grosor (puede valer un lápiz o palillos chinos) y pegamos la masa con los dedos. Nos aseguraremos de espolvorear cada canutillo con azúcar glasé para evitar que la masa se pegue al palo. Se saca del palo, se deja enfriar y se rellena con la pasta de yema.
Seguro que muchas y muchos ya conocéis estas recetas, de toda la vida, incluso sois expertos/as en ellas. Sólo hay que sacudir un poco la comodidad y lanzarse a elaborarlas en casa. Yo lo voy a probar este año y si se me da bien os envío un mail para invitaros a SABOREARLOS.
Si no recibís el aviso es que la cosa no ha sido tan fácil como la pintan.