sábado, 2 de mayo de 2015

BAJO TU AMPARO NOS ACOGEMOS



 
Bendita Madre nuestra, con ilusión renovada comenzamos un nuevo mes a ti dedicado, protégenos y ayúdanos para que sepamos y queramos llevar la luz de Cristo a todos los hombres de esta generación tan complicada que desea la paz y no sabe buscarla donde sólo se puede encontrar.
 
 La única paz posible está en la verdad y el amor de Dios, llevada a todas partes con la luz del Espíritu Santo. Como Tú, Madre del amor Hermoso, primera misionera del mundo, llevando a Cristo en tu seno  lo diste a conocer a tu prima Isabel, antes de su nacimiento.
 


 
 
Reina de la Paz, ayúdanos, impúlsanos, para que cada uno, desde nuestro sitio no regateemos esfuerzos en comunicar al mundo esa luz de Cristo que, como cristianos, nos ha sido dada.
 
 
 
De la encíclica "Mes de mayo" de su santidad Pablo VI
Al acercarse el mes de mayo, consagrado por la piedad de los fieles a María Santísima, se llena de gozo Nuestro ánimo con el pensamiento del conmovedor espectáculo de fe y de amor que se ofrecerá en todas partes de la tierra en honor de la Reina del Cielo. En efecto, el mes de mayo es el mes en el que en los templos y en las casas particulares sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y de su veneración. Y es también el mes en el que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la divina misericordia.


Nos es por tanto muy grata y consoladora esta práctica tan honrosa para la Virgen y tan rica de frutos espirituales para el pueblo cristiano. Porque María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con Ella no puede menos de terminar en un encuentro con Cristo mismo. ¿Y qué otra cosa significa el continuo recurso a María sino un buscar entre sus brazos, en Ella, por Ella y con Ella, a Cristo nuestro Salvador, a quien los hombres en los desalientos y peligros de aquí abajo tienen el deber y experimentan sin cesar la necesidad de dirigirse como a puerto de salvación y fuente trascendente de vida?

(...)
Pero la paz, Venerables Hermanos, no es solamente un producto nuestro humano, sino que es también, y sobre todo, un don de Dios. La paz desciende del Cielo; y reinará realmente entre los hombres, cuando finalmente hayamos merecido que nos la conceda el Señor Omnipotente, el cual, juntamente con la felicidad y la suerte de los pueblos, tiene también en sus manos los corazones de los hombres. Por esta razón, Nos procuraremos alcanzar este insuperable bien orando; orando con constancia y diligencia, como ha hecho siempre la Iglesia desde los primeros tiempos; orando de modo particular con el recurso a la intercesión y a la protección de la Virgen María que es la Reina de la paz.

1 comentario:

Rosa dijo...

Así es, Militos.

Muchos besiños y feliz Día de la madre. Te deseo mucha paz.

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