Tengo que decirlo, aunque nadie me oiga, mejor que no me oigan, estoy enfurruñada... Hoy, domingo, tercero de Adviento,
me quedé sin poder asistir a Misa por causas ajenas a mi voluntad y no es la primera vez que me pasa. Ya arreglada y pintarrejeada, con tacones, aunque ya mucho más bajos que en mis buenos tiempos, (hago un inciso para confesar que bajar de este nivel de altura taconil ha sido de lo más doloroso que he tenido que aceptar al asumir mis años y mis crujientes huesos), con Julio en el coche junto al portal, salí al ascensor con la ilusión de cada domingo y no digo ¡sorpresa! porque éste ya está en peores condiciones que la que suscribe, no funcionaba.
La verdad el disgusto ha sido morrocotudo, la hubiera emprendido a mamporros con él si me hubiera servido de algo. Pero no, con toda paciencia, bastón en mano emprendí la aventura de pasito a pasito descender por la escalera, sin siquiera pensar que, al regreso de mi encuentro con el Señor en el Altar, tendría que subir los cinco pisos que me separan de la calle.
Mi nieto: que no, que no puedes bajar así...
Yo: que sí que tu tocayo, el nieto también se llama Ángel, me va a ayudar.
Julio: ¿Por qué tardas tanto?
Sin embargo, se vio que el Custodio no estaba hoy por esa labor, sólo me dejó llegar hasta el cuarto piso. Arriba otra vez y resignación.
Estas contrariedades de la vida que con frecuencia nos suceden a todos, me hizo pensar en una frase muy dura de San Josemaría:
"Si la vida no tuviera por fin dar gloria a Dios, sería despreciable, más aún: aborrecible ."
En ese momento tan simple de aceptación de la Voluntad de Dios, decidí que esa frase quiero que sea mi epitafio.
¡Dios mío, que trágica me estoy poniendo! por una simple rotura de ascensor, pero la verdad, no acabo de entender que algo así, quedarme sin Misa, pueda servir para darte gloria,
Sí, ya lo sé, Tú sabes más
2 comentarios:
Qué linda Militos, cómo cuentas las cosas, eres tan natural y tan cariñosa... Me ha encantado la entrada, muy fácil imaginarse la escena, y el consiguiente enfado tras el contratiempo... Ese sacrificio de renunciar a la Santa Misa, por causas absolutamente ajenas a tu voluntad, seguro que el Señor lo ha recibido con una amplia sonrisa.
Sigue así, no cambies! Un beso grande!!
Como dice Emma, seguro que el Señor lo ha recibido con una amplia sonrisa.
Me ha encantado.
Besiños de tarde.
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