DISTINTO RASERO

Hay una noticia del pasado mes de octubre que ha pasado casi inadvertida o indiferente, tal vez porque nos estamos acostumbrando o insensibilizando ante hechos de daño a terceros, mientras no nos toquen a los nuestros.

Seguro que este tema lo recordáis de algun medio de comunicación, pero es triste que estas cosas duren en nuestras conciencias precisamente lo que dura un telediario.
Me estoy refiriendo a lo sucedido en Socuéllamos cuando dos hombres de nacionalidad marroquí apalearon a una mujer por no llevar el velo islámico. La mujer acompañaba a su hijo al colegio, cuando los dos hombres, que se encontraban fuera del mismo, se avalanzaron sobre ella propinándola una brutal paliza por motivos religiosos islámicos.

A consecuencia de esa paliza la mujer que estaba embarazada tuvo un aborto. Trístemente, al ocurrir éste nueve días más tarde, no se ha podido asegurar que la causa fuera el ataque sufrido, por lo que los agresores únicamente han sido acusados de un delito de lesiones y no de asesinato de un niño, a pesar de que permanecía ingresada en el hospital de Tomelloso, desde el día que recibió la paliza, cuando abortó.

La reflexión que yo me hago es, por un lado: ¿dónde se encuentran las feministas y los artistas de las "libertades" sometidas a la Zeja y sobre todo la Ministra de la Igualdad que no organizan manifestaciones y pancartas a favor de esta pobre mujer y de ese hijo perdido? A favor de ella, exigiendo una pena más dura para los agresores por motivos religiosos. Y una se imagina la que se armaría si los hechos hubieran sido al revés, es decir, si un cristiano o simplemente un ciudadano al que le molestase el susodicho velo, la hubiera agredido o insultado por llevarlo en su cabeza. ¿Se imagina alguién la campaña que se organizaría desde dichos frentes, en teoría tolerantes con las creencias de todos los ciudadanos, si hubiese sucedido de esta manera?.

Y por otro lado, ahora que el Crucifijo está encausado como dañino a los seguidores de otras religiones, me gustaria saber si alguna vez ha sido causa de apaleamientos o insultos hacia aquellas personas que han prescindido de venerarlo.