YO ESTUVE ALLÍ

El Valle de los Caídos fue inaugurado el 1 de Abril de 1959, por tanto se cumple ahora el cincuenta aniversario de tal acontecimiento. Circula por la red una presentación magnífica: "La ley del silencio", realizada por Alfredo Amestoy, sobre esta obra de arte y amor que debería ser el orgullo de todos los españoles. La presentación es una joya que recomiendo apasionadamente que se vea, no sólo por las imágenes perfectas, sino por la cantidad de datos históricos que aporta. Uniéndome a este aniversario quiero traeros hoy mi experiencia personal sobre aquella fecha. No se trata de un exaustivo reportaje sobre el Valle de los Caídos porque imágenes y datos se pueden encontrar en la red con todo detalle, lo que intento transmitir es una vivencia que, a pesar del tiempo y la vida transcurrida, desde entonces no he podido olvidar, como si la tuviera constantemente en mi retina y en mi memoria. Para ello voy a ayudarme de algunas notas que conservo escritas y de un sencillo librito adquirido en mi primera visita a la Basílica y escrito por el que fue primer abad benedictino del Monasterio, Fray Justo Pérez de Urbel. Es verdad que las fotografías actuales, como la panorámica siguiente, son de una calidad y precisión de la que carecen las que aporto del citado libro, pero he querido exponerlas por el valor sentimental y de primicia que tienen para mí.

Libro editado en 1959 por el Instituto de Estudios Madrileños

Marzo 1959

Nunca olvidaré la invitación de mi compañero de Facultad, José Ramón, para llevarme a la Santa Cruz del Valle de los Caídos, precisamente unos días antes de su inauguración. Y con un valor añadido, pues estaba muy reciente su ultimátun final y mis calabazas. Tengo que reconocer su nobleza al pasar por encima de sus sentimientos y darme esa alegría; él sabía mejor que nadie, la ilusión que tenía por contemplar el Valle. Para mí no es un simple monumento, sino todo un símbolo de paz y reconciliación.

El lugar donde se encuentra, en plena sierra de Guadarrama, fue elegido expresa y personalmente por Franco. En la primavera de 1940, él y el héroe del Alcazar de Toledo, general Moscardó, patearon sin descanso aquellos cerros hasta dar con el sitio exacto. Cuelgamuros, se llamaba y lo descubrieron desde una cima del Guadarrama que lleva el nombre de Altar mayor, todo un presagio. La Basílica se edificaría frente a esa Altar, en una cima más alta conocida por La Nava.

Fotografía de Franco buscando con los prismáticos el lugar adecuado.

¿Qué fin tiene esta obra inmensa en la que nuestro Caudillo ha volcado tanta dedicación íntima y personal?

Del folleto de Pérez de Urbel:

"(...) desde allí se levantarán al Cielo, día y noche, oraciones por la prosperidad de España y por los muertos en uno y otro lado de la Guerra Civil(...)". Continua el abad:

En la mente y en los planes del artífice del Monumento figuraban cuatro construcciones:

_La Cruz, monumento a los héroes y mártires.

_La Basílica, para encomendar a Dios las almas de los que murieron en la guerra de ambos lados y para implorar las bendiciones del cielo sobre España.

_La Casa de Estudios para seguir el movimiento de la doctrina social en todo el mundo y difundir en España las verdaderas.

_El Monasterio, residencia de los monjes benedictinos encargados del culto sagrado y de todo lo concerniente al Valle de los Caídos.

Escribe Fray Justo unas palabras muy bonitas hablando del vaticinio de un poeta, Carlos Fernández Saw, que a principios del año 1936, aparecía en una antología de poemas editada en Madrid sobre las bellezas de la Sierra y el esplendor de los puertos del Guadarrama. Su poema se titulaba: "Poema de las Montañas" y en el subtítulo aparece: "Siete picos: la Cruz soñada":

Yo igualaría, nivelaría

-ya los nivela mi fantasía-

los agríos picos, las recias cumbres de roca brava,

de roca estéril, como la estéril siniestra lava,

y allá, por arte maravillosa, levantaría

sobre las piedras despedazadas del peñascal,

bajo los cielos que son imagen de lo infinito,

una grandiosa cruz de granito,

triunfal imagen de la justicia, de la clemencia, del ideal.

¡Perenne faro

que lleva al puerto las tristes naves, si busca amparo

la gran familia de Dios, humana!

La Cruz que es signo de bien, amores,

de sufrimientos, de tolerancia, de caridad.

SECUENCIA DE MI PRIMERA VISITA

Jose Ramón me recogió en O'Donnell a las diez de la mañana, ya que la Misa se celebraría a las doce. No me dijo que se trataba de una especie de ensayo general de la inauguración del Monumento que tendría lugar el 1 de abril, ni tampoco que ocuparíamos un sitio preferente en la ceremonia. El resto de privilegiados invitados rebosaban elegancia por los cuatro costados, mientras que yo me había vestido con unos trapillos propios de una excursión: una falda blanca de tablas que me hice del uniforme de verano del colegio y un jersey turquesa que tejimos entre mi madre y yo. La verdad es que me sentaban bastante bien aunque seguro que escandalizaron al resto de amigos que aguardaban en el coche. Entre ellos una niña nueva, simpática y exuberante, prima de Pablo que acababa de llegar exiliada de la Cuba ocupada por Fidel Castro y que lucía un elegante traje de chaqueta.

Rudimentario plano del citado folleto

la Misa solemne fue de las que se quedan grabadas en la memoria, plena de emociones. Soy incapaz de describir lo que sentí en el momento culminante de la Consagración. Todo el templo queda a obscuras, mientras una luz tenue ilumina el Crucifijo del Altar Mayor, cuya cruz ha sido elaborada con un enebro cortado por las manos del propio Franco, de los bosques de Valsaín (Segovia). El Rey de los Cielos bajaba al Altar con los acordes del Himno Nacional (costumbre conservada en España hasta hace unos años para la celebración de misas solemnes). Por los altavoces resonaban en toda la explanada las notas vibrantes de nuestro himno. Creo que mis rezos fueron sólo lágrimas.

A continuación almorzamos en la zona de hospedaje. Todos se encontraban muy animados, yo todavía impactada por la Misa no tenía ganas de hablar. Además me encontraba un poco "picada" con la cubana que hacía notar su predilección por José Ramón (predilección que años más tarde acabaría en boda) Esto era algo que no debería importarme, pues yo tenía novio formal, ausente en la Escuela Naval, pero formal. ¡Las mujeres somos así!.

Claustro de la zona de hospedaje.

Por la tarde iniciamos la visita completa a la Basílica y al Monasterio acompañados de un fraile muy joven, fray Anselmo ( hoy día debe ser el abad del Monasterio pues ese es su nombre , algo que me da mucha alegría, no sólo porque era encantador, sino por su perseverancia) amigo de José Ramón. Faltaban aún algunas de las esculturas que más tarde se instalarían en la entrada del templo y en las distintas capillas laterales, como las de las patronas de los ejércitos: la Inmaculada, la Virgen del Carmen, la de loreto y la del Pilar, patrona de la Hispanidad, así como Nuestra Señora de Africa, patrona de Ceuta, a la que Franco guardaba especial devoción, por considerar que había recibido una protección especial suya durante el paso del convoy por el Estrecho, bajo el fuego de los aviones enemigos al iniciarse el Movimiento. La Virgen de la Merced, patrona de los Cautivos, ocuparía también una de las Capillas. Sí se encontraban terminadas las esculturas de los Arcángeles, obra de Juán Avalos, cómo Miguel, Gabriel y Rafael y un cuarto arcángel Azrael o ángel de la Muerte, encargado de presentar ante Dios las almas de los muertos.

Nos enseñaron el lugar provisional donde se guardaban los restos de los caídos que iban llegando, una cripta pequeña con pequeñas cajas individuales que contenían los huesos de cada uno. En la actualidad son cerca de cuarenta mil los que descansan en el Valle

Mis amigos y yo nos detuvimos con verdadero fervor ante la tumba de José Antonio Primo de Ribera, situada delante del Altar Mayor y detrás del mismo, nos señalaron el lugar donde probablemente sería enterrado quien estaba rigiendo los destinos de España.

ACTUAL

La periodista Victoria Prego ha revelado que el Generalísmo no deseaba ser enterrado en el Valle, confirmado esto por lo que afirma su hija en el libro, recientemente aparecido con el título:"Mi Padre". En el cementerio de El Pardo, donde se encuentran en solitario los restos de su esposa Dª Carmen Polo, se había construído una sepultura para los dos cuerpos.

Años más tarde, cuando todo en España y en mí comenzaba a ser irreconocible, acudí varias veces a depositar flores y lágrimas en aquella sobria tumba del general que salvó a España del comunismo.

Despues de saludar al Abad, Jose Ramón y yo tuvimos una larga conversación con fray Anselmo que nos contó cómo era la vida en el monasterio, al mismo tiempo que intentaba sonsacarme sobre mis ideas y pensamientos. Llegando a la conclusión, segun dijo, por la profundidad de las mismas que yo debía haber sufrido mucho. Tuve que desengañarle ya que me encontraba en plena inconsciencia juvenil y no tenía ni idea en qué consistía el sufrimiento, sino todo lo contrario.

La Cruz vista por la parte de atras

Otra panorámica de la Cruz, cuya altura alcanza los ciento cincuenta metros

Después de nuestra conversación con el fraile, nos dirigimos hacia la Cruz, pero únicamente subimos hasta los Cuatro Evangelistas, pues no se había puesto en funcionamiento el ascensor interno que subíría hasta lo más alto.

Imagen de la entrada a la Basílica, con la Piedad, esculpida por Avalos en piedra negra

Uno de los Cuatro Evangelistas que figuran al pie de la Cruz, San Juan con el águila, esculpidos por Avalos.

Puerta de acceso a la Nave Central, es de bronce macizo, con un bajo relieve que representa a los doce Apóstoles, cada uno con una frase del Credo. En la parte superior aparecen los quince Misterios del Rosario y termina coronada por el Apóstol Santiago.

Esta reja fue una idea personal del arquitecto, Diego Mendez que junto con Pedro Muguruza fueron los creadores de todo el Monumento. Primero hubo que vaciar el risco, lo que el propio Mendez definió como anti-arquitectura, y luego ir levantando toda la obra arquitectónica.

Fue el cerrajero José Espinós quien realizó la reja.

Nave Central

El Cristo, obra del escultor Beovides fue policromado por Ignacio Zuloaga. Fray Justo Pérez de Urbel relata que Beovides se lo regaló a Franco, pero parece que hay alguna controversia sobre si realmente fue gratuito o no. Su belleza al natural y bajo la luz que lo ilumina durante la Consagración es sobrecogedora.

El Altar Mayor es una mesa de una sola pieza de granito, el Cristo se haya sujeto en el centro del mismo y coincide con el eje mismo de la Cruz que corona el Risco de laNava. A la izquierda del Altar, se encuentra la Capilla del Santísimo, realizado este por Espinós en plata y esmaltes.

Detalle de la cúpula, es un mosaico que representa a Cristo sentado y filas de santos y mártires camino de la Gloria. Obra de Victoriano Pardo.

Ya en el exterior la Plaza del Monasterio

ACTUAL

El día fue espléndido, de primavera madrileña que permanece imborrable en el ámbito sagrado de mis recuerdos. Puedo reconstruir hasta las conversaciones mantenidas en aquel recinto. Y a pesar de los años y la vida transcurrida, se encuentra enmarcado en esa grandeza de lo absolutamente bello que nadie te puede arrebatar. Por eso resulta incomprensible la insidia que está provocando esta impresionante y monumental obra. Insidia que está llevando a tergiversar hasta las intenciones que motivaron la construcción del Valle de los Caídos, para mí hasta el nombre es bonito. Miedo da que no cesen en su empeño de destinar semejante obra de arte a fines ajenos al de la piedad, culto a Dios y a los que entregaron sus vidas por España, en ambas posiciones de la pasada contienda.

A los pocos días de nuestra visita, el Generalísimo Franco y su esposa, Dª Carmen Polo, entrarían bajo palio, privilegio otorgado por el Papa Pio XII, para la primera Misa oficial en la Basílica del Valle de los Caídos. Su entrada fue portada de ABC que aún conservo, en la que aparece mi amigo José Ramón portando dicho palio, en segunda fila a la izquierda de Franco. Vestido con el hábito de fraile que le prestaron para poder asistir a la ceremonia, ya que no pudo conseguir invitación para la misma.

Me dedicó la foto con las siguientes palabras:

"Con cariño como un recuerdo para siempre". La tinta ya empieza a borrarse, pero el recuerdo de lo vivido aquel día y mi agradecimiento, nada ha podido desterrarlo de mi corazón, a pesar de no haber vuelto a encontrarnos.

Esta grandiosa obra de arte, de la que jamás se escuchó a Franco alardear de ella como propia y que nada tiene que envidiar a otras consideradas maravillas del Mundo, es inaudito que no sea objeto de orgullo y satisfacción para los españoles; privando a las actuales y venideras generaciones de admirar y comprender el auténtico simbolismo de paz y reconciliación, incrustado entre aquellas rocas.

El pequeño libro de Fray Justo Pérez de Urbel, termina con una frase del Génesis:

"Puso Jacob piedras como memorial y dijo: "Santo es este lugar y yo no me había dado cuenta".

PD/ Si alguno desea ver la presentación: "La ley del silencio", puedo enviarla por mail, ¡Merece la pena!