METRALLETA MILITOS

LLegados a este punto de la legislatura, ¿en qué estaría yo pensando? me refiero a este punto de ausencia, creo que debo daros noticia de ella. No es que mi puente sea más largo de lo normal ni que nunca pensara regresar, simplemente es que mi puente saltó por los aires el mismo día de su comienzo. ¿A causa de qué? se preguntará el querido lector. La verdad es que me cuesta enfocar esto con cierto humor, dado el año que esta familia está atravesando, pero lo intentaré. En primer lugar diré que nunca hubo gafes entre nosotros, a pesar de los colores deportivos que enarbola el grueso familiar, rojo y blanco, no hace falta especificar más. Los últimos acontecimientos han sido designio de quien tiene en sus manos la marcha del mundo y se aceptan con amor y seguridad en que Él sabe más. Tanto sabe que el resultado fue excelente. Pero la sorpresita que ha recaído sobre mi, creo que ha sido obra de mi imprudencia y nada más.

Algunos sabéis que vine a Cádiz, en concreto al Puerto de Santamaría, a pasar unos días con mi último nieto, pues bien "qué noche la de aquel día".

Casi siempre me ocurre que no puedo permanecer en la cama más de cuatro horas seguidas, por lo que acostumbro a levantarme sin encender ninguna luz para no espabilarme del todo, me doy un corto paseíto por la casa y a tientas entro en una de esas habitaciones, específicas, de las que se decía que la hoy señora de Boyer, tenía dieciocho en su vivienda. Sin percatarme de que el terreno donde ahora me encuentro no lo domino como el propio, avancé hacia una puerta que se encuentra juntito a la escalera de bajada al primer piso, pero mi mano no encontró ninguna puerta y al avanzar un paso ocurrió la "catrofe" de poner el pie en dicha escalera. El rodaje fue vertiginoso y sin visos de frenar hasta que, con media cara, di con la pared del primer descansillo y ¡PLAFF! Mi grito debió de oirse en el todo Cádiz, mi susto y el de mis hijos no se puede narrar. En volandas de rezos y gemidos, y en coche, me llevaron a urgencias, donde por ventura divina las radiografias no revelaban rotura alguna. Algo que me parecía imposible a tenor de lo que todo me dolía.

Total: reposo, medicamentos y curas diarias en el ambulatorio, además de una pierna en alto que, aunque parezca mentira, en mi caso es el mayor impedimento para poder escribir. Eso y he de reconocer, la falta de ánimo para trabajar el teclado. Hoy lo hago para disculparme, ya que, la verdad sea dicha, no sé si volveré a interesarme en algo que no sea la localización exacta de todas las escaleras que me queden por visualizar en esta vida.

Esta noche, a plena luz de lámparas y focos, sólo quiero pediros que déis conmigo gracias a Dios por haber salido viva, aunque magullada de todo mi lado derecho, desde la cabeza, ojo incluído, hasta la punta del pie, viva imagen de la Constitución en manos socialistas.

También tengo que daros una buena noticia, mi Green Beret, que durante este percancillo se encontraba con sus veteranos de boinas verdes en un campamento de adolescentes, me ha resarcido del golpe con una sorpresa muy agradable: Allá donde van, hacen prácticas de guerrillas con esas armas que son verdadera réplica de las auténticas y que únicamente disparan munición de pega, pues bien, acaban de adquirir una metralleta y por unanimidad la han bautizado con el nombre de MILITOS. Todo un detalle, máxime cuando ni el jefe tenía idea, hasta hoy, del ataque frontal que os he relatado.

Queridos amigos, disculparme si tardo en publicar porque doler, sigue doliendo... pero lo dicho:

A DIOS, GRACIAS SEAN DADAS