El 19 de agosto del año en curso, el diario "La Razón" titulaba así su primera plana:
LA ESPAÑA DEL PAPA
Lo acompañaba una espléndida fotografía del Papamovil, acogido por una multitud, incalculable e inusual en las calles de Madrid, de peregrinos venidos para celebrar la JMJ.
Este titular que he vuelto a releer, como todos esos recortes que hemos ido coleccionando de los días pasados, me hace pensar que va a ser verdad lo de las dos Españas, ya no son las de la Guerra Civil, sino:
Por un lado, "la España del Papa," alegre, colorista, rezadora, cantora, esperanzada, que ha salido del anonimato este verano por obra y gracia de la JMJ y que el mundo entero ha podido contemplar a traves de algunos canales televisivos nacionales e internacionales.
Por otro lado, la"España de ZP y Rubalcaba, oscurentista, atea, intolerante hasta la agresión, burda y exaltadora de los instintos más primarios del ser humano, la España del Orgullo Gay y la culltura de la muerte, de la corrupción e intereses particulares y políticos. Podría seguir ennumerando las ventajillas de esa España cutre y caduca, pero prefiero anclarme en la España del Papa que no es un espejismo de verano, sino tan real o más que la que trístemente estamos padeciendo desde hace ocho años y que esperamos toque a su fin en las próximas elecciones.
Nuestra España, la del Papa, nos ha traído tanta gracia de Dios que ya está produciendo abundantes frutos de conversión y vocaciones sacerdotales y religiosas. Lo que hemos vivido en este año de gracia del 2011, es imposible que caiga en el olvido. Los acontecimientos y las personas superaron con creces todo pronóstico. La organización impecable, merece nuestra admiración y una acción de gracias de todos nosotros porque valoramos ese trabajo y dedicación de cada uno de los implicados que, a juzgar por los resultados, ha debido ser exaustivo y agotador. Ese esfuerzo y entrega ha hecho posible que todo se desarrollara en la línea de la perfección, sin restar un ápice a la espontaneidad y entusiasmo propio de la juventud. Por unos días, todos nos hemos sentido igual de jóvenes y espontáneos como ellos. Por todo ello, quiero dar las gracias a organizadores y voluntarios, por su generosa entrega, sin ostentación, porque lo que pretendían no era colgarse medallas ni salir en la foto, sino acoger al Papa y a sus jóvenes seguidores de todo el mundo, con el calor y la fe que sólo los cristianos saben ofrecer al hermano, sea de donde sea y venga de donde venga. Organizadores y pueblo de España que han deseado acoger y mostrar al mundo lo que entusiasma, lo que rejuvenece, en pocas palabras la alegría de quienes buscan la verdad en Jesucristo.
¿Puede esto ofender a la otra España?
Tal vez por esto desean que los cristianos nos encerremos y practiquemos nuestra fe en las sacristias. pero el amor auténtico no se puede ocultar por mucho tiempo, el amor se desborda cuando se siente oprimido,, perseguido o martirizado. El amor de los cristianos a Dios y a los hermanos se ha manifestado este mes de agosto en Madrid, bajo un calor asfixiante y bajo un viento tormentoso como el de la noche más hermosa, la de la Vigilia ante la Eucaristía. Este amor humano y divino que traspasa el límite de la conveniencia, ha salido a la calles de la Capital de España de la mano de los peregrinos, de cuantos los hemos acogido y sobre todo, de la mirada de Benedicto XVI, el Papa de la sonrisa.
Bendito sea Dios que nos ha enriquecido con esta muestra de su predilección que no merecemos, por supuesto, pero que esta España del Papa estaba necesitando como agua de mayo.
¿LLegará el día en que sea posible la auténtica unión de las dos Españas?: Con la perseverancia de los católicos y la ayuda de Dios, seguro que si
¡¡SEGURO QUE SI !!