lunes, 19 de noviembre de 2007

MAMÁ NATURALEZA


Telemadrid (o telemadriz para los de León) emitió, la noche del jueves pasado, un excelente reportaje titulado: LA OTRA CARA DEL CAMBIO CLIMÁTICO. Intervinieron científicos, economistas, escritores, investigadores e incluso ecologistas desertores que, al darse cuenta de las engañosa y mediatizadas conclusiones, decidieron abandonar ese tren politizado.
Siento mucho no haber retenido nombres, pero lo cierto es que no tuve conocimiento de dicho programa hasta que lo descubrí en pantalla y, por el lugar en que me encontraba, no pude agenciarme papel y bolígrafo. De todas maneras es un tema que hace tiempo se conoce manipulado. Siendo muchos los incautos que se aferran a él como a una religión salvífica. La libertad del hombre hay que respetarla por encima de otras consideraciones. Si a ellos les va la existencia en contener esos vaivenes de la Naturaleza deseémosles buena suerte. Pero, por favor, ¡no provoquen nuestro miedo!, que ya tenemos bastante con los sustos del acontecer diario.

Por lo mismo, agradecemos a nuestro Papa Benedicto XVI, el mensaje de tranquilidad que nos ha enviado desde ese balcón, tan querido para los católicos, en el Angelus del domingo pasado: "No temamos al porvenir" ni "al fin del mundo que de cuando en cuando, anuncian como próximo".... "La Historia tiene que seguir su curso que comporta también dramas humanos y calamidades naturales".
La sabiduría del Papa que, aun cuando sus palabras no sean infalibles si no habla ex-cátedra, tiene una asistencia especial del Espíritu Santo para guiarnos y hablar en el momento oportuno, de los aconteceres propios del hombre sobre la tierra. Se aceptará o no se aceptará pero los católicos libremente nos adherimos a él.
Y mi opinión personal, simple y llana, es la de equiparar la madre Naturleza a mi propia casa, donde se desarrolla una vida intensa, muy intensa. Y en la que cada día hay que limpiar, reparar, oxigenar y reponer elementos desgastados o destrozados. Con frecuencia, nos echamos las manos a la cabeza ante algo que parece irreparable. Pero se vuelve a empezar porque lo importante es que el grupo familiar pueda seguir viviendo con la misma intensidad.

Es obligación nuestra cuidar la Naturaleza, con los medios a nuestro alcance, sin divinizarla, ni subordinar a ella la propia existencia de los seres humanos.
El único controlador posible de su fuerza es quién la creó. Sólo Él puede dominarla. Ya lo hizo su Hijo Jesús, en aquella ocasión cuando, dormído en la barca de Pedro, se desató la feroz galerna y provocó el grito de sus discípulos: "Sálvanos que perecemos". Los vientos y las aguas se calmaron por su mandato. Pedro y los demas se llevaron una buena reprimenda.

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