TODO VA BIEN

Vaya por delante una confesión:

Creo que aquí, a dos calles del mar me estoy echando a perder, no soy capaz de escribir nada serio, así que por favor quien no quiera perder el tiempo que no me lea hasta que vuelva a Madrid.

Pues sí, me he quedado sola... y aquí en pleno Mediterráneo,  está lloviendo a mares. Sola, sin playa ni piscina para nadar. Sola con un marido, 10 hijos y 19 nietos. para que luego diga un bloguero que "la familia es un tesoro," digo yo que será un tesoro escondido como el del Evangelio.
Si es que siempre me pasa lo mismo... Él que me dice: "Vámonos unos días a la playa, solos y juntitos."  Yo, que me ilusiono con nada, hago la maleta en menos que canta un gallo. Y ¡Hale! ya estamos junto al mar, sin acordarme  que a los dos días se da cuenta de que fue un Boina Verde, mejor dicho lo sigue siendo porque mi opinión, si es que vale para algo, es que la dichosa boina, aunque ya no la lleven en la cabeza, imprime carácter. Recordar esto y acercarse a Cartagena para reunirse con sus "chavales," es todo uno.

 Que volverá ya lo sé, pero de momento, sola y a punto de coger la puerta e irme de compras en represalia, aunque para colmo el tiempo tampoco acompaña, con este cielo gris seguro que no encuentro nada que me siente bien. ¡Qué le voy a hacer! Me dedicaré a elucubrar un poco con las nubes, claro que éstas a mi ya no me engañan, por más que se disfracen con formas caprichosas, sé que sólo son nubes.
Mira esa, en plena sinfonía de grises se ha colocado un bordecito rosa para distraerme, para alejar este medio enfado que tengo, que no es enfado, en el fondo me alegro de esta pacífica soledad junto al mar, así es más fácil disfrutar de la calma de amar.

Amar en calma es reposar de las duras batallas, del bravo oleaje, de las mareas altas. Es alcanzar la playa y recordar como un día hubo ese  fuego que ardía en inquietante llama, donde no prendía   la paz. Puede que haya perdido la fuerza, ya no peleo contra nadie, ni siquiera contra mi. Hoy disfruto, me dejo acunar por la suave marea de las aguas en calma, ellas me permiten soñar con la ventura del todo hecho, todo acabado. Hundirme en el agua de la serenidad, esa que nunca tuve, que nunca quise tener y que ahora persigo  como el trofeo de toda una vida que parece desdibujarse, aunque yo la sienta dentro, muy dentro de mi.
Tan dentro como este pálpito que una y otra vez me repite: tranquila...vas bien, todo va bien...
Sola, pero bien, estás disfrutando de este momento de Dios...

Bueno, pero el año que viene, si Dios quiere, no me dejaré engatusar