Cuando ando metida en preocupaciones o tristezas mi costumbre es la de acudir a la Biblia, más que buscando soluciones el motivo es apartar la cabeza de enredos de difícil solución y meterla en pasajes de nuestra historia remota, pero que merece la pena tener siempre presente para no perder el norte, todo lo contrario de lo que este verano nos ha estado sugeriendo un pegadizo anuncio de cerveza.
Esta vez quise comenzar por el principio, por la Creación del Mundo y leyendo esos comienzos, me dio por pensar cómo fue la palabra de Dios la artífice del Universo.. Con una palabra suya .creó la Tierra. El pronunciar de sus labios hizo el Cielo y el Mar, todo lo que vive sobre la tierra, animales, plantas fueron obra de su palabra. Pero en el hombre y la Mujer se entretuvo más; su creación, con el permiso de Darwin, requirió también de sus manos. El divino alfarero tomó barro para formar la figura del hombre, mientras que una costilla de varón fue el elemento que, en las manos del Creador, dió forma al cuerpo de la mujer. Y se recreó de esta manera porque sólo en ellos quiso que su imagen se reflejara. Las manos divinas volcaron su sabiduría infinita en el cuerpo del hombre y la mujer, pero fue su excelsa y amorosa palabra la que, en un soplo de amor les infundió el alma, como en cada concepción humana, siglo tras siglo, sigue infundiéndola en admirable y maravillosa colaboración con el amor humano.
Palabra de Dios, Palabra de Amor, no calles nunca, sigue dirigiéndola a cada elemento de tu Creación, es necesaria tu palabra para su mantenimiento, para que el orden por ti instaurado no se vea alterado por nuevos y descabellados proyectos. Y los seres humanos necesitamos, en cada circunstancia, en cada hecho, a cada paso que damos, escuchar tu palabra. La palabra de Dios disipa las tinieblas del alma, nuestras heridas sólo se calman al oir tu voz, como las del niño cuando escucha de la madre su "cura sana..."
Dios Creador, Dios que mantienes y conservas la existencia de todo lo creado con el hilo de tu Providencia infinita, no calles nunca. Estamos, estoy, a la escucha. Mi cuerpo y mi corazón, cansados de bregar, la esperan. Cuando quieras, Señor y Dios mío, pronuncia esa palabra de amor para mi, la que guardas para el instante del encuentro
5 comentarios:
Me gustan mucho estos post tuyos, que son auténticas oraciones. Todas las respuestas están en la Biblia y efectivamente en el Génesis, El Señor se pronuncia con singular belleza.
La Palabra nos da la vida y este blog me la da a mi.
¿La imagen?, en tu blog, o en el mio, es fantástica, pero no es mérito nuestro...
Besiños de compañia.
A mí, como buen pecador, lo que más me gusta del Génesis, es que nada más pecar Adan y Eva, lo primero que hizo Dios es prometerles el perdón, la redención de esa falta de desobediencia.
Quizás sea mi "sesgo de confirmación", que me hace que me fije más en esa parte que contempla la misericordia de Dios.
Hago mía tu petición. Yo también quiero que Su palabra me llegue dentro. Estaré atenta por si el ruido me impide oirle. Besitos.
Militos, amiga, si uno tiene un día algo bajo, ligéramente oscuro, si no sabes hacia donde mirar, si algo te acongoja, si ves que aparecen nubarrones, se teclea "De Dentro" y entras... sí, entras en este remanso de paz y sales fortalecido, sosegado, eufórico y "con traje nuevo"
Un beso trasnochador.
Me extraña no verte hoy pululando por la bloguería, espero, deseo y rezo porque todo vaya bien. BESIÑOS, SIEMPRE DE CERCANIA.
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