EN DEFENSA

Con todos mis respetos, Majestad, quiero enviarle mi adhesión y comprensión. Estos últimos días hemos  podido leer en los medios de comunicación y en las redes, toda clase de críticas por su inocente ocurrencia de participar en una cacería de elefantes. Con sinceridad creo que se han excedido, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Parecen buitres al acecho, acoso y derribo de una Monarquía que frena la república, de tan nefasto recuerdo, en España.

¿Quién no ha sucumbido nunca ante una tentación semejante? Reconozco que si yo tuviera tal oportunidad no podría rechazarla, está mal que lo diga, pero es el sueño de mi vida y espero que si su Majestad vuelve a repetir la cacería se acuerde de esta humilde súbdita para invitarla a acompañarle, aunque no lo merezca.

  Nunca le he pedido nada, salvo algo que no me pudo conceder como a muchos otros españoles y que sólo menciono de pasada. Tal vez  recuerde aquella súplica para que no firmara un simple decreto ley por el que se daba vía libre a la matanza de niños en el seno materno, pero en fin, no quiero sacar trapos sucios a relucir. El objeto de este escrito que publico en mi blog con el deseo de que llegue a su real conocimiento, es simplemente ponerme a su lado contra las críticas.

Está en su perfecto derecho de hacer su real gana mientras no perjudique a nadie, sino así mismo; al fin y al cabo los elefantes viven a su aire y pueden defenderse con sus propios medios del cazador, lo mismo que los toros del torero. Para algo es un Borbón y sabido es que siempre han tenido sus aficiones, más o menos sanas, pero eso a nadie le importa.

Como digo, es comprensible ese esparcimiento para su Majestad, un poco caro sí resulta, pero al ser invitado no ocasiona gasto alguno a nuestra paupérrima Patria, además también los jefes de los sindicatos mayoritarios, no por número, sino por prebendas, han tenido sus desahogos y nadie se mete con ellos, para algo son jefes. ¿Quién, pues, osa meterse con el Rey de España?  Y, sobre todo, cuando hemos conocido el razonamiento esbozado por el heredero de la Corona,  por el cual nos enteramos que ya se tenía prevista la operación de cadera de su Majestad, después de la rodilla. Lógico, muy lógico por ese motivo, me parece su deseo de viajar a Botswana y traerse el trofeo de un elefante a España.

 No me importa confesar que me encuentro en su misma situación y me parece absurdo, lamentable, verme sometida por riesgo a quebrar la cadera, a la vigilancia contínua de mi familia para que no me escape a alguna actividad arriesgada de las que me gustan a mí. Ya hace unos años me fui, sin ser notada, al Lago Baringo para nadar con cocodrilos, la pena es que a resultas, por el frío del agua y el mordisco de una celosa cocodrila, quedé tocada de los huesos por lo cual no me dejan ni a sol ni a sombra.

Lo dicho, Majestad, lamento que nadie le comprenda, puede contar con esta humilde bloguera para su próxima cacería, sin ninguna reserva.

Mis  deseos más sinceros de una pronta mejoría para su Majestad.