SANTA MARÍA, REINA Y MADRE

Velazquez

No sé si todo el mundo cuando reza el Rosario, en el quinto misterio de los Gloriosos lo invoca como "La Coronación de Nuestra Señora como Reina y Madre de todo lo creado";

yo tengo esa costumbre desde que iba al colegio. Sea o no sea así hoy, 22 de agosto, celebramos con la Iglesia, la fiesta de

 Santa María Virgen Reina

Fue Pio XII, el Papa de mi niñez, quien instituyó esta festividad que se celebra en la octava de la Asunción para dejar patente la conexión entre la realeza de María y su Asunción en cuerpo y alma a los cielos. Mucho antes de ser reconocida por la Iglesia con este título, ya en la Edad Media, se la invocaba en Occidente como reina: Salve Regina, Regina Caeli letare...  La intuición sobrenatural del pueblo cristiano, como tantas otras veces, fue por delante de la proclamación de la Iglesia. Si era Madre de Jesucristo, Rey de reyes, por derecho divino había de ser Reina.

Dios la colmó de gracias y virtudes, desde su concepción inmaculada hasta ser elegida como Madre de su Hijo, pero Ella, en su vida corriente se esforzó en adquirir y practicar todas las virtudes humanas en grado sumo, sólo así pudo llegar a la Cruz y mantenerse firme, en pie, crucificada con Cristo y abriendo sus brazos a toda la humanidad en la persona de Juan.

Esto lo sabemos bien todos los cristianos, por eso la necesitamos tanto como camino a Jesús, Medianera de todas las gracias y Corredentora  con el Hijo de Dios e Hijo de su propia carne.

Me ha parecido oportuno dejar en De Dentro unas palabras de la carta que el prelado del Opus Dei, D. Javier Echevarría, ha escrito a sus hijos, precisamente para este mes de agosto tan lleno de fiestas de la Virgen María:

"Fijémonos en que la Santísima Virgen es modelo de comportamiento para nosotros ¿Quién trató a Jesús en la tierra con más delicadeza y cariño que Ella? ¿Quién estuvo más pendiente de Ël en los largos años de vida oculta y en la vida pública? ¿Quién lo recibió con mayor devoción en la Sagrada Eucaristía, después de que el Señor se marchara al Cielo, tras haber dejado el don inigualable de su sacrificio y de su presencia sacramental en manos de sus apóstoles y de sus sucesores en el sacerdocio?

Verdaderamente, como afirmaba el beato Juan Pablo II, María es la Mujer Eucarística por excelencia"

María, Reina y Madre de todo lo creado,

 ruega por nosotros.

"Monstra te esse Matrem

con nuestro querido hermano Arcendo