martes, 23 de febrero de 2016

MARTES CON ARCENDO, MÚSICA DEL ALMA


LUNES, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2012,

ARMONIA EJEMPLAR
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Todos, los cinco sentidos son necesarios, -ahora bien-, si por fuerza mayor, tuviera que prescindir de alguno, me costaría mucho perder el oído, ¡me encanta la música!.
Desde hace tiempo, podemos escuchar música yendo por la calle camino del trabajo o en el salón de nuestra propia casa. Además, los avances técnicos posibilitan que cada vez la calidad sea mucho mejor; pero.., asistir a una sala de conciertos es una experiencia inigualable que yo, recomiendo a todo el mundo.

Quede claro que en este caso concreto, me estoy refiriendo a la música clásica. En ningún caso desprecio otro tipo de estilos: pop, rock, jazz etc.; cada género tiene sus modos y maneras, que yo acojo y comparto según el momento; pero creo que en un auditorio de "clásica", todo cambia:
El ambiente, el silencio previo preparatorio, el respeto a la música y a los músicos, y por supuesto, la sonoridad de la sala, donde las ondas cobran toda su riqueza... es incomparable
Es casi un ritual..., que relaciona a ejecutantes y oyentes de una manera muy especial. Gracias al sentido del oído -convenientemente educado- se llegan a percibir sentimientos que llegan directamente al alma con la capacidad de arrancar de ella emociones absolutamente conmovedoras.

Sin embargo, los que tenemos la suerte, -¡gracias a DIOS!-, de contar además del sentido del oído, con el de la vista..., podemos "observar" muchas más cosas, dentro de una sala de conciertos...; por lo pronto, se pueden "ver" claramente las sensibilidades de las personas, a través de sus caras.
Recuerdo haber visto hace tiempo una excepcional película de Ingmar Bergman, que en sus primeros siete minutos, recoge parte de lo que yo quiero expresar aquí. La película era rara, lo reconozco, pero yo la vi dos veces en el cine Pompeya de Madrid, (la segunda, con mi querido padre).
El título de tal obrón era "La flauta mágica"; una apuesta muy arriesgada, sobretodo teniendo en cuenta que se trataba de la opera de Mozart al completo, ¡rodada íntegramente en un teatro!
En su época no tuvo demasiado éxito; hubo división de opiniones. En tanto que el "gran" público pareció darle la espalda, la crítica la aplaudió de forma unánime.
A mi modo de ver..., esta "flauta mágica" de Bergman comienza con un originalísimo resultado visual que, transmite lo sublime del arte hecho música. El inicio de la Obertura está influido por su clásico tratamiento cinematográfico, que con una fineza exquisita va recorriendo los rostros de los espectadores..., tratando de captar -a través de su atención-, lo que están sintiendo a medida que la música va penetrando en sus interiores.

Indudablemente en una pieza como esta, la comunión entre artistas y espectadores se hace posible -palpablemente- a través de la magia divina de la gran música. Pero para que ese impresionante nexo anímico sea posible, la dedicación, la implicación del músico, es imprescindible.
Cuando ahora contemplo por televisión, (o últimamente veo por youtube), un concierto, además de disfrutar de la música, -quizás gracias a aquella película de Bergman-, ahora me gusta mucho, observar las caras de la gente; y también el ímpetu, la garra, los gestos del director; pero sobretodo me asombra la dedicación de los músicos.
Pienso firmemente que la profesión de músico es totalmente vocacional, pero además, cuando veo a esos concertistas totalmente "metidos" en lo que están haciendo se me ponen los pelos como escarpias. Me emociona tanto, tan alto grado de concentración, que por su precisión y dedicación, puedo llegar a comparar esa impresionante labor con la del mejor cirujano, pongo por ejemplo...; y si esa abstracción mental individual, la multiplicamos por las de todas las personas que forman parte de una orquesta sinfónica, parece mentira que sea posible cualquier sonido coherente.

Pero se produce el milagro; y con instrumentos distintos, con notas diferentes y en ocasiones a ritmos dispares....; sin embargo la conjunción es genialmente sorprendente, y a veces, hasta sublime.
¡EUREKA! La armonía es posible, incluso en la diferencia, -y muy posiblemente, gracias a ella- Que gran lección nos enseña la música, enseñanza que a todas luces es extrapolable a todos los niveles (relaciones, familia, política, religión...).

La armonía en cualquier ambiente que se produzca favorece el bienestar. Sin ella y sin orden..., nada es posible. ¡Sin sintonía no hay melodía! siempre será necesario enlazar los intereses particulares con los generales, para lograr el mejor equilibrio.
Si los Estados sucumben es porque no hay concordancia, no hay unión; existen demasiados personalismos (nacionalismos) y no existe ninguna esperanza común.
Si la Iglesia zozobra, es porque muchos se olvidan de la partitura (doctrina) y muy pocos miran al director (Roma)...

Si continuamos por ese camino, donde priman los individualismos excluyentes, sumados a una absoluta falta de dirección, el resultado siempre  será catastrófico, el caos será total y el futuro se diluirá como un azucarillo en un café hirviendo.
Sin embargo, si ese personalismo exacerbado (egoísmo) deja paso al servicio de un proyecto común, poniendo los propios dones a trabajar con los de los demás, los efectos pueden llegar a ser maravillosamente extraordinarios;... tanto, tanto como en estos tres estupendos ejemplos (vídeos) que hoy os traigo a continuación, para vuestro disfrute y ... reflexión.

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Este primero es el inicio de la película de Bergman ("La flauta mágica de Mozart") a la cual hacia referencia anteriormente.
 
 
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. El siguiente ejemplo de ARMONIA EJEMPLAR es uno de esos preciosos -encajes de bolillos- que Verdi hace tan maravillosamente con las voces, en muchas de sus operas. Concretamente esta PIEZA PERTENECE A RIGOLETTO


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... Y la tercera muestra de BELLEZA ARMÓNICA, es el impresionante primer movimiento del tercer concierto para piano y orquesta de Beethoven, con un gran Rubinstein, en su mejor momento. Traigo este último, además de porque me gusta, para demostrar que hasta los solistas, han de ceñirse a un orden para ensalzar y mantener un proyecto común... Moraleja: ¡Sin orden, no hay concierto!. Hasta más ver, compañeros.

1 comentario:

Rosa dijo...

Lo más bonito del mundo, eso es este post.
He venido a verte cuatro veces.
No lo conocía. Como diría Hoja, ¡¡¡imperdible!!!

Besiños de martes, querida Capitana.
¿Te encuentras mejor?
Espero que sí.

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