SANTOS PARA EL MUNDO

Entre las extraordinarias dotes de Juan Pablo II, se encontraba esa gracia especial por la que siempre acertaba con lo que las personas precisaban en los momentos que se vivían en su pontificado. Una de esas gracias fue la de acelerar beatificaciones y canonizaciones de aquellos santos que podían dar la enseñanza y el ejemplo que el mundo estaba necesitando.
Ha debido ser el pontificado más generoso en proclamar santidades. Y santidades alcanzables; viviendo la vida que Dios quiere para cada uno pero practicando las virtudes en grado heroico. No cabe duda que es el mismo Dios quien suscita en cada momento aquellos santos que el mundo necesita. Cuando los tiempos eran guerreros los santos vestían armaduras Si lo que los hombres precisan es religiosidad los santos serán místicos o ambas cosas a la vez como Santa Teresa, por ejemplo.

Pero en el siglo XX, la humanidad estaba pidiendo a gritos una santidad de andar por la calle y aparecieron santos de la vida corriente, como la madre que prefirió arriesgar su vida con un cancer antes que sacrificar la vida de la hija que llevaba en su seno. Guianna Beretta, beatificada por juan pablo II en 1994. O como Teresa de Calcuta, haciendo suyo el dolor del mundo por amor a Dios. O como San Josémaría Escrivá de Balaguer canonizado el 6 de octubre de 2002. Y no es que yo diga que el Fundador del Opus Dei fue un santo de vida corriente. Él no lo fue porque Dios le tenía reservado ese destino grande de fundador que le exigió una entrega absoluta y heroicamente abnegada a la Voluntad de Dios; con penalidades de todas clases, calumnias y persecuciones muy dolorosas. Pero en él nadie sorprendía muecas demostrativas de las contradiciónes que abundaron en su vida, Alegría era lo que mostraba a los demás.

Quiero hoy hacer referencia a este santo porque el próximo día 26 se cumple el 33 aniversario de su fallecimiento y personalmente estoy en deuda con él. Deuda que no pienso revelar porque no viene al caso pero que sí me obliga a realizar una pequeña memoria suya.
Puedo aclarar que para la realización de aquel dicho popular:"Lo imposible lo hacemos de inmediato, para los milagros tardamos un poquito más", no hay nada como encomendarse a San Josemaría Escrivá de Balaguer

Hasta que S. Josemaría comenzó a difundir el mensaje que Dios quería comunicar al mundo del siglo XX en adelante y que no es otro que el del Evangelio, la palabra SANTIDAD se hallaba como cautiva, destinada casi con exclusividad al mundo conventual. Lo nuevo de sus enseñanzas es algo que ya se escucha con frecuencia en el ámbito de la iglesia y que en aquellos momentos de 1928 parecía más o menos una herejía: LA LLAMADA UNIVERSAL A LA SANTIDAD, recogida hoy en el Catecismo de la Iglesia. Nadie está exento de esa exigencia, nadie tiene que cambiar el camino elegido para vivir, ni retirarse del mundanal ruído porque es precisamente el lugar en que se encuentra lo que tiene que santificar. Y los medios con que cuenta para ello son los de siempre, no hay extravagancias. Los miembros del Opus Dei están dentro de la iglesia y sus directrices son las de todos los católicos que se toman en serio su religión. No hay más. Tomar en serio, con alegría y buen humor, es ajustar la vida a un orden de deberes y dedicación que no se puede soslayar ni alterar: Primero Dios, segundo los demás y tercero uno mismo.


Una costante en la vida del Fundador fue su servicio incondicional a la iglesia y a las almas y su fidelidad al Romano Pontífice, fuera quien fuera, rezando y haciendo rezar a diario por el vicario de Cristo. Sus enseñanzas están recogidas en su amplia bibliografía al alcance de todos. la Misa como centro y raiz del cristiano, los Sacramentos. Un obispo le comentó una vez: "ustedes tienen el carisma de la Confesión". Mantener siempre joven el amor en el matrimonio y en la familia. El trabajo bien hecho y ofrecido a Dios. Cualquier trabajo: empleadas del hogar, amas de casa,estudiantes, banqueros, toreros, políticos.... Animaba a participar en la vida cívica y política, con libertad, a todos los cristianos, pero con fe y coherencia con esa fe. Y su amor a la Santísima Virgen. Recorría los caminos de Europa sembrándolos de Avemarías para que más tarde cuajase en ellos la semilla del amor de Dios

San Josemaría no necesita para nada que yo le saque a relucir. Probablemente ni le gusta lo que estoy diciendo de él. Si lo hago es para animaros y animarme a esa lucha de recristianizar nuestro mundo. Tomarnos en serio este reto.No podemos contemplar desde fuera el desmoronamiento de todos los valores que han sido, y deben seguir siendo, la base de las leyes que rigen la vida y la convivencia humana. El reto parece imposible, como imposible le pareció al Fundador del Opus Dei comenzar su labor en la ciudad de Londres. Paseando por aquellas calles, con sus imponentes edificios y la frialdad de sus gentes, sólo pudo exclamar: "No puedo", pero escuchó que el mismo Dios le decía:"Tú no, pero Yo sí".
Tampoco nosotros podemos. Ante la destrucción que nos rodea nuestra impotencia se agiganta. Sólo necesitamos pararnos a escuchar y seguro que oiremos las mismas palabras: "Tú no, pero Yo si puedo".