UN PASEO POR EL RETIRO

En esta ocasión he decidido hacer caso, y sin que sirva de precedente, al guardián de "La Hoja del Arce". ¿Qué comporta esta decisión?. Simplemente beber la vida, como el vaso de agua que calma la sed, en palabras suyas del domingo noche. Antes de continuar debo aclarar que tengo su autorización para hacer uso de esta idea.

Mi natural pausado siempre me aconsejó un poco de calma. Aunque también he de confesar que desde que me uní a esta especie de profesión no remunerada que es la de los blogs, he comprobado que lo pausado se está transformando en agitado. Calma decía, porque beberse la vida de un sólo trago puede tener peligrosas consecuencias. A mi juicio es preferible hacerlo traguito a traguito. Por eso hoy vuelvo la vista unos días atrás, cuando tuve la ocasión de un disfrute de los que no suelen ser muy frecuentes y que, para saborearlo de nuevo , voy a sacarlo de dentro para De Dentro. Cuatro horas andando por ese parque del que los madrileños nos sentimos tan orgullosos: El Retiro.

Mi hijo Daniel que vive en Brighton, vino unos días con su hija a Madrid. Cuando me escuchó decir el tiempo que llevaba sin ver el Retiro tomó mis palabras al vuelo, dicho y hecho. Salir del metro, pisar tierra y respirar naturaleza fue todo uno. ¡Ese si era un buen sorbo de vida!.

Él mismo hizo de guía turístico porque el parque que fue de mi niñez ha permanecido cerrado a mis ojos durante años por pura dejadez, con la salvedad de los veinte que viví fuera de Madrid.

Primera parada: el Estanque. ¡Dios mío!, seguía allí inalterable. Nadie había derribado estatuas, ni transformado en mezquita ni nada parecido. Las mismas escaleras que tantas veces destrozaron mis rodillas. Las barcas, los peces más grandes y el agua más verde. La polución es innegable. Seguimos caminando por un sendero todo árbol. Árboles que miro de otra forma, ahora me interesan y además están clasificados con carteles para que los vayas conociendo. ¿Ves? en esto si merece la pena que se inviertan nuestros impuestos. Y Daniel sin parar de hablar y explicarme sus ocupaciones en Inglaterra, sus aficciones arbolísticas también. El libro que está escribiendo con hojas de árbol auténticas y extrañas.

LLegamos al palacio de Velázquez, maravilla iniciada en 1881 y concluida en 1883. Actualmente dedicado a exposiciones temporales del Museo de Arte Reina Sofía. Mosaicos firmados por Daniel Zuloaga, tío del pintor Ignacio Zuloaga. No me importó que estuviera cerrado. Su arquitectura ya es arte. Entre foto y foto, descubrimos una pequeña placa de hierro, casi ilegible, dando noticia de su inauguración y razón de su nominación. ¡Incultura de las inculturas!, se llama palacio de Velázquez porque ese fue el apellido del arquitecto que lo diseñó. Verguenza de ser la única persona en Madrid ignorante de este hecho. Ricardo Velázquez Bosco. De todas formas ¡gloria de apellidos los suyos!. Con él participaron Alberto del Palacio y el ceramista citado Daniel Zuloaga. Su finalidad original fue la de albergar la Exposición Nacional de MInerías, Artes metalúrgicas, Cristalería, Cerámica..de 1883. El edificio está coronado por bóvedas de hierro y cristal para dar paso a raudales de luz que iluminan las salas. Construido en ladrillos de dos tonos y azulejos de la Fábrica de la Moncloa.

La tercera parada obligada, el Palacio de Cristal que surge de improviso al volver de un arbolado camino. La tarde, entre día y día de lluvía, brotó de las de primavera madrileña que lejanamente recordaba y que sin duda era motivo para otro restaurador trago de vida. Hijo y nieta enfadados porque los miércoles permanece cerrado y no podían ver la exposición de esculturas sobre "La Corte del Rey Arturo", cuya autora polaca, Magdalena Abakanowig realiza en acero. Son interpretaciones de Parsifal, Lancelot...; que sin embargo, podían vislumbrarse desde fuera. Yo vuelvo a pensar que también este palacio es un recreo para mí a puertas cerradas.
Fue la Exposición de Filipinas, en el año 1887, la que indujo a la creación de esta transparencia luminosa que corta la respiración, si te enfrentas a ella de una sola mirada. Es curioso como, en la cercana antiguedad, las exposiciones daban a luz estas creaciones que te hacen preguntar si realmente sería el contenido más artístico y valioso que el continente. Sucede a veces algo semejante con las personas. Pero en este caso me alegro porque nos ha permitido admirar la grandeza de unas manos y una inspiración que no desapareció con la vida del citado Ricardo Velázquez Bosco que también diseñó el Palacio de Cristal. Su estructura metálica está recubierta de planchas de cristal que todo lo tornan Arco Iris sin haber caído una gota de lluvia.

¿Ventaja de que no estuviera abierto?: la fantástica sensación de sentarnos en sus escaleras, frente al lago artificial con árboles, que también parecían de diseño, plantados en en el interior de las aguas. Curioso y bonito. En el centro un surtidor que levantaba el líquido elemento en elevada columna. Esa sí invitaba a un trago de los grandes. Así, en reposo contemplativo, Daniel y yo conversando, por todo el tiempo que las Islas Británicas nos mantiene alejados. Quizás también por sus encerramientos de adolescente en esta misma habitación en la que ahora se me escapan a diario, y como agua entre las manos,retazos de esa vida que una ya no puede dejar de beber.

Para que la tarde tuviera su culmen apareció de improviso el pequeño cortejo de una boda china. Verdaderamente el marco para su reportaje de video era INCOMPARABLE. ¿Increíble? cierto, dejo una foto de mala calidad porque la distancia, desde las escaleras del Palacio de Cristal y las sombras no dieron para más. Los rasgos chinos si se advierten. No hay nada como un paseo por el Retiro madrileño para que tu capacidad de asombro nunca se agote

Exposición sobre el rey Arturo

Palacio de cristal




Elisha señalando firma de Zuloaga


Palacio de Velázquez