LA PAZ EN EL CORAZÓN

Benedicto XVI en el campo de refugiados palestinos de Aida, ha hecho referencia a que las Hermanas Franciscanas son las encargadas de la asistencia de aquel campo.

Y yo quiero subrayarlo, aunque esto sea noticia menor entre todo el mensaje del Papa, porque es una muestra más de toda esa ingente labor que de manera callada realiza la Iglesia, en sus misioneros y religiosas, en cualquier parte del mundo donde se les necesite y que siempre pasa inadvertida al vocerío general que contra ella se levanta.

En su mensaje de paz el Santo Padre expresó que esa paz que se anuncia de palabra, hay que llevarla antes en el corazón. Exortó al triunfo del amor de Dios sobre el odio. E inició, antes de terminar su discurso, la oración de San Francisco de Asís para implorar la Paz:

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, que yo lleve amor;
donde haya ofensa, que yo lleve perdón;
donde haya discordia, que yo lleve unión;
donde haya duda, que yo lleve la fe;
donde haya error, que yo lleve la verdad;
donde haya desesperación, que yo lleve la esperanza;
donde haya tristeza, que yo lleve la alegría;
donde haya tiniebla, que yo lleve la luz.

Oh, Maestro, haz que yo nunca busque
ser consolado, sino consolar,
ser comprendido, sino comprender,
ser amado, sino yo amar.
Porque es dando como se recibe;
es perdonando, como se es perdonado;
y muriendo se resucita a la vida eterna.

Amén, amén, amén