A LA TERCERA...

Queridos amigos y compañeros de mis fatiguitas del alma y del cuerpo:

Ayer, de mañana, volvieron a intervenir a mi hija María, tres operaciones en catorce días. El día anterior quisieron darle el alta, pero su padre la organizó en el hospital porque  María seguía con muchos dolores y después de algunos "Arriba España" (para el que no lo sepa este es el grito de desahogo de Julio, cuando alguien o algo le saca de quicio) conseguimos que se quedara un día más. Y gracias a Dios que fue así, pues de madrugada tuvo una intensa hemorragia.

Como estaba ingresada en la Maternidad y el cirujano iba y venía del Gregorio Marañón (antes Francisco Franco, ¡Arriba España! ) la trasladoron en ambulancis al nuevo centro. Se me cayó el alma a los pies cuando vi que la ingresaban en una sala de siete u ocho camas, donde sólo me dejaron a mi estar con ella y sin una silla donde sentarme. Así tres horas hasta que la subieron a quirófano. Cuando quise salir un momento, para avisar a su padre y a su hijo que aguardaban en la sala de espera que está en la calle, me dijeron que si salía no volvía a entrar y a todo esto pasillos y salas de alrededor llenas de policias y guardias civiles. Por primera vez en mi vida me sentí como en una carcel.

Lo importante es que, Rosario tras Rosario, la operación salió bien. Tras seis horas de espera nos dieron una habitación y subieron a María.. Pudimos comprobar entonces que el cirujano no había mentido, mi hija estaba bien por la cantidad de protestas y despropósitos que salían de su boca hacia todo el mundo.  

Gracias por seguir preocupándoos de ella, está muy desanimada y enfadada, no admite que intentes animarla y en el fondo sé que tiene razón, lo que iba a ser una sencilla operación se ha convertido en un tormento. Cuando le dijimos al cirujano que ýa sería ésta la definitiva sólo respondió: ¡Esperemos!.

DE NUEVO MUCHAS GRACIAS A TODOS POR VUESTRO INTERES Y ORACIONES. NO SÉ CÓMO HABRÍA SALIDO  ESTO SIN TANTO REZO A NUESTRA MADRE DEL CIELO.

Quiero deciros, a los que no lo sabéis, que mi hija María ya no es una niña, aunque para mi lo siga siendo, tiene algo más de cuarenta años y ha sufrido mucho en la vida, física y psíquicamente.  Aunque, gracias a Dios, es una auténtica guerrillera como su padre.

Gracias también por vuestra compañía