GIBRALTAR ESPAÑOL

He de confesar que iniciar la semana protestando, viene a suponer una especie de subidón que ayuda a no apegarse al sillón dominical. Cierto que los frentes donde meter baza de esta España maltratada por quienes se han ido de rositas (¿Para cuando las responsabilidades penales a los gobernantes por sus malos y corruptos gobiernos?) son innumerables, pero pitadas aparte, si hay algo que me llega a la entraña es el caso de Gibraltar; no basta con que se adueñasen del Peñón (The Rock of Gibraltar, dicen ellos) que pertenecía a la corona española desde la segunda mitad del siglo XV, con la excusa de la Guerra de Sucesión Española, en 1704, sino que ahora amenazan a nuestros pesqueros para que dejen de pescar.

Si esa indignación me ocurre a mí que casi siempre compro el pescado congelado, no por nada, sino porque aseguran que tiene menos riesgo alimentario; tampoco quiero mentir por mentir, alguna vez pico el anzuelo y vengo a caer por alguna conocida pescadería donde ya mi madre, superada la posguerra, era fiel clienta. Como decía, si yo me sulfuro no quiero pensar lo que sentiran los pescadores de La Línea y Algeciras, con sus seiscientas embarcaciones que, como quien dice, de toda la vida faenaban en las aguas del Peñón español y que en la actualidad se encuentran acosadas por la propia policia gibraltareña, con sus actitudes agresivas y peligrosas.

El gremio de pescadores debe estar trinando o tronando, no es para menos, por un lado los piratas somalies y por otro los británicos que vienen a ser lo mismo, aunque se tilden de gentelmans. 

Comprendo que el nuevo gobierno de España no puede como Dios hacer el mundo en siete días ni solucionar en doscientos, de golpe y porrazo, los desaguisados de ocho años zapateriles. Esto es algo que a la hora de criticar a Rajoy, se debe recordar, "De aquellos barros vienen estos lodos." Estoy convencida que ya está dando los pasos pertinentes para solucionar esta y otras  situaciónes.

 COLOFÓN

 Yo pensaba felicitar a nuestra Reina por haber tomado la decisión de no asistir a la celebración del sesenta aniversario de la Coronación de Isabel II de Inglaterra, para dejar bien a las claras que los españoles nos sentíamos ofendidos por los sucesos de Gibraltar y los pesqueros, pero, mira por donde, cuando ya tenía preparada una efusiva carta de felicitación a mi estilo, me entero que fue nuestro gobierno el que decidió, como lo más conveniente, la ausencia real de aquellos actos. Así pues, aplaudo este gesto gubernamental y recrimino, todo lo que una humilde ciudadana española puede recriminar a una Reina, no que no cayera en ese detalle, sino que no recibiera de buen grado la sugerencia, por no llamarlo de otra manera, del Gobierno de Rajoy.


Y sin más, con el deseo de un feliz y protestón Lunes para todos, me despido con un sueño:

¡¡¡GIBRALTAR  ESPAÑOL!!!

   ESP