Si Dios quiere, mañana regresamos a Madrid, después de cinco días pasados por agua en el campo. He de reconocer que a todos nos ha venido muy bien este cambio de olores y colores. Toda la lluvia caída últimamente ha saneado no sólo árboles y plantas, sino mente y alma de estos cuatro ciudadanos madrileños, de mi hogar actual, que habitan en una calle céntrica de la Capital de España. Adoro Madrid, no lo voy a negar, pero cuando de él me alejo a este lugar tranquilo, silencioso, sólo alterado en las noches de Primavera por algunos ladridos de perros y por el fuerte golpear de las gotas en los cristales, siento que revive mi natural sereno y pacífico tan puesto a prueba en el fragor de la noche madrileña. Claro que a cambio de esta paz bucólica he de pagar un elevado peaje, el de la escasa cobertura para acceder a Internet, que cruelmente me abandona cuando menos lo espero. Por eso no puedo extenderme mucho ni escribir a diario. Confieso que los dos últimos post los traje ya manufacturados desde mi Madrid porque no quería arriesgarme a no poder publicarlos.
Esta salida ha sido muy breve, pero es que la Semana Santa me gusta vivirla con más familia y ya mañana llegan algunos de mis hijos y nietos.
Cuando me encuentre instalada en mi rincón habitual, podré meditar con vosotros sobre la Semana más Grande y Santa de nuestra vida cristiana. Hoy quiero dejar en De Dentro, este hermoso soneto de Lope de Vega que muestra el intenso bagaje espiritual y cristiano que llevaban en su interior nuestros clásicos y mejores escritores de todos los tiempos, bagaje que volcaron en rimas inmortales y conmovedoras para deleite y reflexión de quienes, siglo a siglo, les seguiremos venerando y admirando.
"¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con verguenza he respondido,
deseando como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido,
al mismo precio en que me habéis comprado.
Besos de paz os dí para ofenderos,
pero si fugitivos de su dueño
yerran cuando los hayan los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño,
y tendréisme seguro con tres clavos."
Lope de Vega
¿Quién no ha deseado alguna vez verse clavado con Jesús
para no poder escapar de su lado?
2 comentarios:
¡Qué bonita entrada! Me alegro que hayas podido dedicar esos días de paz, en el campo que vienen fenomenal, con la tranquilidad del paso de las horas sin prisas y a la vez saber que a la vuelta te encuentras con la comodidad de Madrid. Se nota que eres una mujer muy especial, ahora tienes la suerte de estar con tus hijos y nietos y de poder vivir la Semana Santa en oración y recogimiento. Me gusta mucho leerte porque transmites mucha paz. Elpoema precioso. Un abrazo!
Yo tambien estoy en Madrid, Militos. La Semana Santa de aquí, aunque no se vive como en el Sur, es recogida y tranquila.
Bienvenida
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