Mañana, 16 de Octubre, se cumplen cuatro meses de la muerte de Arcendo, uno ese recuerdo a este martes para no ser repetitiva con la memoria de tan querido hermano, amigo y compañero de fatigas blogueras, aunque de mi corazón no se va ni un sólo día.
He elegido este post para señalar lo versátil de su blog, no dejaba palo sin tocar y su manera de indagar, buscar y rebuscar para mostrarnos novedades, temas profundos y también desenfadados es todo un ejemplo admirable de constancia, interes y curiosidad por la vida que siempre deseaba compartir.
Hoy os quiero dar a conocer un lugar curioso y singular, sin duda es una de las maravillas escondidas del mundo moderno.
De todos es sabida la famosa frase bíblica: “Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13-14); también es de sobra conocido que el refugio primitivo de las primeras comunidades cristianas perseguidas fueron las cuevas.
Cualquiera que haya tenido la suerte de ir a Roma, sabe que visitar las catacumbas es empaparse, sobre todo, de la fe en la Resurrección, de la victoria sobre la muerte; allí uno sale convencido que de la oscuridad de aquellas cuevas partió la Luz brillante de la fé, que iluminaría el mundo durante más de 20 siglos.
Pero hoy no os quiero hablar de aquella Roma hecha de escondites y persecuciones, de mártires, de devoción y de memoria; el motivo de mi comentario está más próximo en el tiempo y más lejano en lo geográfico. Sin embargo, aúna las dos ideas que he apuntado al inicio, la sal y las cuevas.
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La ubicación se encuentra en Colombia, en la Ciudad de Zipaquirá, población del Departamento de Cundinamarca, a 49 kilómetros al norte Bogotá y a una altitud de 2.652 m sobre el nivel del mar.
Zipaquirá es una de las ciudades más antiguas de Colombia, sus orígenes anteceden, incluso a la época de la Conquista, Estas tierras pertenecían al antiguo pueblo Muisca.
Hoy, Zipaquira, es celebre por ser uno de los más importantes yacimientos de sal. Precisamente casi toda su actividad está estrechamente ligada con la producción, el procesamiento y el refinamiento de la sal.
Bien, pues una vez situados industrial, histórica y geográficamente, os diré ahora, porque es también famoso este recóndito lugar del mundo.
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Fue allá por 1932, cuando a Luis Arango se le ocurrió la brillante y ambiciosa ídea de construir nada menos que una Catedral en el interior de las minas de sal. Justo en las antiguas galerías cavadas por los muiscas muchos siglos antes. Al parecer, el proyecto se gestó, al observar Arango, la devoción que los obreros mostraban antes de iniciar su trabajo. Estos mineros adornaban los socavones naturales con imágenes religiosas de sus santos a los que pedían bendición y protección. Así nació este hermosa historia en honor a la Virgen del Rosario.
Se inauguró en 1954 y fue declarada monumento histórico. Pero en 1992 fue clausurada al público para construir una nueva Catedral de sal, en lo profundo de la mina, unos 60 metros por debajo de la anterior. Más grande y estable, pero sobretodo, mejor planeada y más segura. Dando simultáneamente resguardo del turismo a la más antigua.
En la inmensa obra se extrajeron 250 mil toneladas de sal roca, y en ella trabajaron un total de 247 personas, entre los que se encontraban más de 100 artistas talladores que darían forma a las distintas obras dentro de la estructura. En la actualidad, la nueva Catedral está compuesta por 3 naves temáticas y un auditorio principal.
Hoy, la catedral de Sal de Zipaquirá está considerada como uno de los logros arquitectónicos y artísticos más notables de la arquitectura, pero su importancia, radica en su valor como patrimonio religioso colombino. Sin duda, es uno de los santuarios católicos más célebres del país.
De todos es sabida la famosa frase bíblica: “Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13-14); también es de sobra conocido que el refugio primitivo de las primeras comunidades cristianas perseguidas fueron las cuevas.
Cualquiera que haya tenido la suerte de ir a Roma, sabe que visitar las catacumbas es empaparse, sobre todo, de la fe en la Resurrección, de la victoria sobre la muerte; allí uno sale convencido que de la oscuridad de aquellas cuevas partió la Luz brillante de la fé, que iluminaría el mundo durante más de 20 siglos.
Pero hoy no os quiero hablar de aquella Roma hecha de escondites y persecuciones, de mártires, de devoción y de memoria; el motivo de mi comentario está más próximo en el tiempo y más lejano en lo geográfico. Sin embargo, aúna las dos ideas que he apuntado al inicio, la sal y las cuevas.
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La ubicación se encuentra en Colombia, en la Ciudad de Zipaquirá, población del Departamento de Cundinamarca, a 49 kilómetros al norte Bogotá y a una altitud de 2.652 m sobre el nivel del mar.
Zipaquirá es una de las ciudades más antiguas de Colombia, sus orígenes anteceden, incluso a la época de la Conquista, Estas tierras pertenecían al antiguo pueblo Muisca.
Hoy, Zipaquira, es celebre por ser uno de los más importantes yacimientos de sal. Precisamente casi toda su actividad está estrechamente ligada con la producción, el procesamiento y el refinamiento de la sal.
Bien, pues una vez situados industrial, histórica y geográficamente, os diré ahora, porque es también famoso este recóndito lugar del mundo.
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Fue allá por 1932, cuando a Luis Arango se le ocurrió la brillante y ambiciosa ídea de construir nada menos que una Catedral en el interior de las minas de sal. Justo en las antiguas galerías cavadas por los muiscas muchos siglos antes. Al parecer, el proyecto se gestó, al observar Arango, la devoción que los obreros mostraban antes de iniciar su trabajo. Estos mineros adornaban los socavones naturales con imágenes religiosas de sus santos a los que pedían bendición y protección. Así nació este hermosa historia en honor a la Virgen del Rosario.
Se inauguró en 1954 y fue declarada monumento histórico. Pero en 1992 fue clausurada al público para construir una nueva Catedral de sal, en lo profundo de la mina, unos 60 metros por debajo de la anterior. Más grande y estable, pero sobretodo, mejor planeada y más segura. Dando simultáneamente resguardo del turismo a la más antigua.
En la inmensa obra se extrajeron 250 mil toneladas de sal roca, y en ella trabajaron un total de 247 personas, entre los que se encontraban más de 100 artistas talladores que darían forma a las distintas obras dentro de la estructura. En la actualidad, la nueva Catedral está compuesta por 3 naves temáticas y un auditorio principal.
Hoy, la catedral de Sal de Zipaquirá está considerada como uno de los logros arquitectónicos y artísticos más notables de la arquitectura, pero su importancia, radica en su valor como patrimonio religioso colombino. Sin duda, es uno de los santuarios católicos más célebres del país.
Como valor cultural también, es indudable, miles de turistas y peregrinos visitan a diario este lugar de arte, recogimiento y oración.
Se puede decir que este monumento, esta Iglesia subterránea que se construyó en base a la fé de unos humildes trabajadores, es ahora una obra de interés mundial, que nos llama a todos los cristianos a ser de nuevo la sal de la tierra, precisamente desde el corazón de la tierra misma, desde sus mismas entrañas; como en aquellas antiguas catacumbas.
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Publicado por Arcendo a las 00'58
Publicado por Arcendo a las 00'58
7 comentarios:
Gracias por recordaros sus palabras.
Es una forma de que sus amigos y conocidos, le sientan cerca.
Un abrazo,
http://quedateenminube.blogspot.com.es/
Bien hecho Mili, el no dejar que nos olvidemos de Arcen y de lo que trabajó en su blog para con todos es un detalle que te honra. Que bonita es la catedral de la sal, y el nacimiento me encanta...hay preciosidades dentro de la tierra....un besico
¡Cuantas cosas nos enseñó! No conocía el post, así que confirmo la buena idea de hacerlo tú. Gracias. Un beso
No dejaba palo sin tocar, esa es la realidad, estaba en todo y con todos.
Ni idea de esta entrada, y ¡qué maravilla! no conocía la catedral, es impresionante, sobre todo por la fe que se percibe. ¡¡¡Gracias!!!, claro que sí, debemos ser sal.
Militos, esta idea es estupenda, estupenda, te agradezco mucho que compartas con todos; conoces el blog al dedillo, es un regalo, una gracia, nunca dejo de agradecerlo.
En catequesis, se lo cuento.
Un beso, querida amiga.
Gracias por contribuir y darnos un respiro gozoso y esperanzado con el recuerdo del ejemplo y enseñanzas que recibimos del amigo Arcendo.
Besos.
Miguel
Que hermoso todo esto.
Como no recordar a Arcen.
Gracias Mili.
DTB!!
Arcendo, yo tampoco te olvido,gracias Militos...
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