sábado, 30 de mayo de 2015

UNA FECHA REDONDA





 
 
Esto de las fechas redondas es una gozada y más cuando se trata de memorar algo tan grande como tu Primera Comunión. Fue un 27 de mayo de 1945, festividad de la Santísima Trinidad que celebraremos mañana domingo con la IGLESIA.
 
 
 
Lo redondo de la fecha es que ya son 70 años desde que por primera vez recibí el Cuerpo de Cristo.
Todo ha cambiado desde entonces, pero Él sigue ahí como siempre, por esa dádiva generosa que nos hizo a los cristianos un día determinado, un legado inmensamente valioso que entregó a sus Apóstoles momentos antes de su Pasión.
Gracias a la fidelidad de aquellos primeros sin solución de continuidad sigue llegando a nosotros, seguimos teniendo la Vida Eterna, no hay que esperar, no hay que buscarla en otro sitio, ya la tenemos en nosotros, en ti y en mi, Él lo anunció.
 

"El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene  Vida Eterna y yo le resucitaré el último día" (Juan 6, 51-88)
 
Cuando te acercas al Altar por primera vez es imposible que entiendas esto y eso que por entonces. estudiábamos de memoria aquel Catecismo Ripalda de preguntas y respuestas donde todo lo elemental de la doctrina quedaba bien claro; el propio Obispo solía acercarse a los colegios para examinarnos antes de
considerarnos aptos para comulgar.
Pero una cosa es saberte la lección y otra año tras año vivirla, experimentarla, sentirla y comprender la grandeza de este regalo divino. 
 
Gracias, gracias, gracias, Señor, por este don de tu vida, tu Cuerpo, tu alma, tu Sangre y tu Divinidad con el que me has alimentado toda mi vida desde aquel 27 de mayo.
 
Perdón por si alguna vez me he acercado indignamente o con indiferencia a recibirte.
 
Perdón por las veces que pude hacerlo y no lo hice.
 
 "Señor yo no soy digna de que entres en mi casa, pero ayuda a mi indignidad". 
 
Y gracias, Señor porque hoy, 28 de mayo un nuevo nieto, Ángel, se va a acercar a recibirte.
 
 Te pido, Señor por él para que te sienta dentro, para que nunca deje de recibirte, para que le preserves de todo mal y esa Vida Eterna sea ya en él, como después de tantos años la siento yo en mi.
 
 
Señor:
"Te adoro, te amo, aumenta mi fe.
Sé el apoyo de mi debilidad,
Tú que te has quedado inerme en el Sagrario
para remediar las flaquezas de las criaturas."
 
San Josemaría


 

1 comentario:

Rosa dijo...

Es precioso.
Mi querida amiga, no he estado en el blog, y no sabes cuánto me alegro de leerte. Un beso grandísimo para tu nieto y para ti. ¡Felicidades!!!
Te escribiré.

Querida Militos, no sabes cuánto te recordé este fin de semana.

BESIÑOS.

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