miércoles, 20 de septiembre de 2017

MARTES CON ARCENDO ¿FACHA?

martes, 19 de julio de 2011

¡ME LLAMAN FACHA!

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Un comentario de un –""valiente""- lector anónimo, en un blog AMIGO (Ver enlace), me llama ¡fascista!.
Otra aportación externa de esa querida bitácora, esta vez firmada por un tal Lucas (“hasta luego, Lucas”), aunque suene a rima, me tacha de “facha”.
¡Nada nuevo bajo el sol!, no es la primera, ni será la última vez.
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-Fascista- o –facha- es el recurso pobre de quien no sabe argumentar. Es la ofensa más inexacta y también la más inútil de todas.
Quien la espeta, se queda tan feliz; es como si, con ese –presunto- insulto, automáticamente, sin otras razones, quedara descalificado aquel sobre quien recae tal epíteto…; sin embargo, esa manera tan –simplona- de pensar, ya dice mucho y descubre, a aquel que perpetra el exabrupto.
Fácil y cierto es decir que, no ofende quien quiere, sino quien puede; en este caso, solo me llena el hecho, de pensar que incluso estos, -que no saben lo que hacen-, aún todavía, no sin cierto esfuerzo y mucha oración, tienen tiempo para alcanzar la cordura, y el puntito de cacumen que les falta. Así que…, tras la ofensa ¡Recemos!, porque antes que enfadarnos, es lo mejor que podemos hacer por ellos.
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Sin embargo, para que luego no digan que nos quedamos a medias, si quiero, aprovechar estos agravios para reafirmarme, en todo lo que dije en el post que generó tales piropos. (Ver enlace).
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Es de justicia poner las cosas en su sitio, y eso pretendo hablando, con sinceridad, de lo que me han contado y de lo que YO he visto.
En España, entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939 tuvo lugar una espantosa guerra entre hermanos. La guerra civil española fue sin duda el acontecimiento histórico español del siglo XX. Y sin duda marcó muchas decisiones políticas posteriores y sus consecuencias…, llegan, hasta nuestros días.
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Estamos ya en la segunda década del siglo XXI y son multitud de libros, artículos,  webs, programas de televisión, películas y declaraciones sobre el conflicto, algunas muy acertadas, tratan de exponer los hechos de manera inmaculada. Hay que apuntar que en toda diferencia, para que su estudio sea justo y dé frutos de acuerdo y paz, han de oírse a las dos partes –sin despreciar a ninguna- y  considerar todos los aspectos.
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Sin embargo desde el ultimo tercio del siglo XX  y con fuerza inusitada desde este principio de siglo XXI, se elaboran obras y se expresan opiniones de una manera parcial, y más que obviando al otro, denigrándolo, calumniándolo, vituperándolo, aplastando la más mínima idea de reconciliación. Para estos..., todo lo que se hizo desde el lado  republicano fue bueno, heroico y digno de recuerdo; mientras en el bando nacional tan solo hubo asesinos, oligarcas, capitalistas o serviles del capital, y bajo ese sanbenito de facha, parecia esconderse, lo peor de la esencia humana.
Esa actitud maniqueista más que esconder matices, pervierte la verdad. En todas las guerras no hay buenos ni malos “per se”,  en todas las posiciones hay de todo y en la contienda española se dieron hechos en los dos bandos significativamente heroicos o terribles, porque así es la condición humana y nadie tiene la patente de nada. El silenciar una parte, es acallar nuestras conciencias y despertar la bestia de la mentira.
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Viene a mi memoria, “1984”, la obra de Orwell (a la postre, combatiente en la guerra española desde posiciones republicanas). En la misma aparece un “ministerio de la verdad” cuyo cometido no es sino diseñar la historia deseada por el “gran hermano”; -lo que hoy era bueno, mañana es malo y nunca fue bueno, escondiendo, manipulando, destruyendo todo lo que no es deseado, como si no hubiera existido, acallando disidencias de la manera mas brutal, con el olvido.- Algo así pasa hoy.
Si bien es cierto que durante el periodo franquista se censuró una parte de la historia, los que entonces pedían libertad de expresión, silencian ahora de forma sistemática cualquier atisbo de contar toda la verdad.
Y es esta falta de rigor, la que está ineducando a la sociedad. No dudo que en la actualidad existan o se elaboren documentos “equilibrados”,  pero es tal el poder de los “mass media”, movidos por no sé que oscuros hilos (grupos fácticos, trilaterales etc.), que su incidencia en la población es nulo. Interesa más deformar que informar.
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La guerra civil española fue lo que fue; algo para no olvidar, pero sobretodo algo, para NO repetir.
Y los años posteriores, claro que fueron duros, se hicieron muy cuesta arriba para toda la población española. La desaparición de las reservas de oro, que viajaron hasta Moscú, junto con la devastación de la mayoría de los pueblos y ciudades por el efecto de las bombas y de la barbarie, propiciaron tiempos de hambre y necesidad. Se tuvo que recurrir al racionamiento de los recursos hasta que, lentamente se fueran reconstruyendo los desbaratados mecanismos de riqueza.
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Sin embargo, la población trabajó con ahínco y con alegría. Las primeras manifestaciones de júbilo de la población tras ser liberada de la brutal y sangrienta guerra se recogen en abundantes documentos gráficos. Posteriormente las manifestaciones populares dejaron paso al callado, pero esperanzado, trabajo en la restauración de todo lo perdido.
La normalización, por fín, vendría a partir de 1950. Los cimientos de la recuperación fueron la promulgación de leyes de carácter social, y la creación de nuevos organismos para fomentar la industria, sin dejar de promover medidas de apoyo al campo y a la agricultura, todavía principales motores económicos.
El proyecto de creación de instituciones que crearan riqueza y garantizaran ayuda social viene desde ya, desde antes del fin de la  guerra; en 1938, constituyó la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), hoy en día es reconocida como base imprescindible para la mejora económica y social para disminuidos físicos. 
También en guerra, creó el Instituto Social de la Marina para ayudar a los pescadores.
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Gracias a este método de actuación, que continuó en la post guerra, se acceleró el crecimiento, y la nación se transformó, superando una situación de extrema  pobreza  hasta lograr un elevado status económico de desarrollo industrial y de servicios. España llegó a ser la novena potencia mundial en el sector industrial, la segunda en el de servicios, y la primera en el turístico.
La economía española mereció su auge en los años sesenta y en la primera mitad de los setenta; sus afianzados asientos son los llamados Planes de Estabilización y Desarrollo que impulsaron la industria y el creciente sector privado.
El PIB, entonces creció a un ritmo medio anual del 8% y la renta por habitante pasó de 334 $ a 2.574 $ en 1.975, uno de los más elevados ritmos de crecimiento entre las economías de los países europeos.
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La política social de su régimen, se basó, esencialmente, en las ideas falangistas, que dieron a España una de las legislaciones sociales más avanzadas de su tiempo. Creó y desarrolló los mecanismos de una prominente protección social y laboral, (su impulsor fue en gran parte, su ministro Girón de Velasco, ya nombrado en el post anterior).
Bajo su mandato, se crearon y legislaron la Seguridad Social, leyes de prevención y atención a los accidentes de trabajo, mutualidades, montepíos e instalaciones sanitarias, así mismo se promovieron leyes para descargar del pago de alquileres, agua potable y electricidad a los desempleados. Los logros conseguidos, que hoy en día, son considerados por la población trabajadora como derechos reivindicativos básicos, hasta entonces no habían sido reconocidos por ley anterior alguna.
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También es necesario mencionar, como obra social, su reforma en el campo educativo; donde son reseñables, la promoción de la formación profesional y la creación de Escuelas especiales, Universidades, Colegios Mayores, Residencias y Universidades Laborales. Con estas instituciones, se consiguió erradicar el analfabetismo, y se impulsaron las enseñanzas universitarias, a las que tuvieron acceso jóvenes procedentes de todas las capas sociales.
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Otra de las preocupaciones de tan –dictatorial- régimen fue la de paliar la desertización de los territorios, y para ello se elaboró la más importante red de embalses y pantanos que ha tenido España. Esta iniciativa posteriormente, fue atacada irónicamente por los detractores, de una forma tan injusta como revanchista. Estas ingentes obras propiciaron que el riego llegara a cientos de miles de hectáreas proporcionando agua abundante a miles de pueblos. En los años de sequía, muchas poblaciones no hubiesen podido subsistir sin estas mejoras.
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Aunque no se quiera reconocer, durante el mandato de Franco, se vivió verdadera solidaridad nacional. Se puso fin al caos de la República, y tras las secuelas de la guerra española (mucho menores que las sufridas por los vencidos de la Guerra Mundial), se estableció un orden social que se prolongó durante casi 40 años.
Logró convertir un país inestable de proletarios y campesinos con un mínimo horizonte de permanencia, en una nación con una amplia clase media brotada a la sombra del innegable crecimiento económico.
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A este régimen se le tacha repetidamente, de fascista, con evidente desacierto histórico y etimológico. El profundo sentimiento religioso de Franco desbarata esta acusación. Su conciencia moral y el comportamiento con los hombres tenían base en los principios católicos. El marqués de Villaverde, que le conocía bien, revela que “Su religión no era ritual, sino profunda y sincera.”
Así mismo, otro argumento que avala la desacertada acusación; es el hecho, quizá poco conocido, de que Franco ofreció protección a los judíos europeos frente a la persecución nacional socialista.
El ex ministro socialista judío español Enrique Múgica HERZOG, que fue presidente de la Comisión de Investigación de las Transacciones de Oro procedente del III Reich, lo corroboró el 11 de mayo de 1999. Mújica, al recibir la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica, afirmó en su discurso:
"el régimen de Franco tuvo con los judíos un trato más humano que el que tuvieron países neutrales como Suiza o Suecia y no se aprovechó del expolio nazi".
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Después de haber proporcionado a España, paz y trabajo, el 20 de noviembre de 1975, mal que les pese a algunos, el destino le rindió justicia, y murió en su cama rodeado de los suyos y del conjunto de miles de españoles que acudieron en masa a darle su afecto, aunque hoy se quiera silenciar y muchos renieguen de ello.
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Generaciones posteriores le recordarán y, no me cabe duda, que en un futuro sin rencores,  la figura de Francisco Franco, se encumbrará; emergerá de la memoria ahora desvanecida, reconociendo al hombre y al estadista que fue, en su justa medida.
Para concluir unas palabras de Ángel Palomino, que pueden bien, hacer las veces de resumen de todo lo anteriormente dicho. El ilustre escritor en acertado análisis afirma:
“Su obra no se puede discutir, la España que él construyó fue un milagro, los españoles pasaron de la miseria y la división, a la prosperidad y la paz, unidos vencedores y vencidos en larga marcha, de la alpargata al seiscientos, de la sequía a los embalses, del atraso a la novena potencia industrial, del pintoresquismo para viajeros intrépidos a primera potencia turística.
Faltaban algunas libertades que lo mismo frenaba a los poderosos que a los débiles. Los obreros no podían presionar con la huelga; ni los patronos con el despido. Tan represivo era lo uno, como lo otro. Los que tanto se movieron para resucitar la huelga, han tenido que conceder a los empresarios el despido libre. Podría preguntarse a los obreros, si se sentían más protegidos antes o ahora. ¡Buena pregunta...!

Sin duda en su régimen hubo fallos importantes, fusilamientos a mi modo de ver de cristiano, injustificados; y también hubo cierta… ñoñería en costumbres y modos; pero el balance final para la mayoría de los españoles es sin paliativos, ni complejos, altamente positivo y beneficioso para el bien común de TODOS los españoles.
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Ya concluyo. Mi intención, al regresar el pasado en este post, no es nada nostálgica.  En estos momentos pienso que, la democracia, es probablemente, -el mejor de los mundos posibles-; pero he querido recuperar la memoria de los míos, la del -otro lado-. La que ahora, pretenden acallar y descalificar con el simple y penoso insultito… de "facha".
Facha“ solo es, quien manipula la verdad y además insulta y arremete contra el prójimo, sin argumentos y con violencia, (aunque esta sea verbal); creo que no es mi caso…., aplíquese pues, ese calificativo, con propiedad y a quien corresponda. Aunque, con sinceridad, haya que mirarse al espejo.
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1 comentario:

Rosa dijo...

No era tu caso, Hoja, claro que no era tu caso.
Que Dios nos ayude.

Besiños de martes, besiños del alma, querida amiga.

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