He de reconocer que fueron unos bonitos comienzos, en los que yo también disfrutaba viéndoles crecer, cuando los veía claro, Con su jefe al frente entregado de por vida a una misión de la que todavía hoy no es capaz de desprenderse (SOY CAPAZ). Por ello preside honoríficamente una Asociación de Veteranos de la U.O.E., llamada 5 estol,
http://uoe5estol.es/ con una sección de jóvenes, chicos y chicas desde los catorce años, con posible vocación militar, a los que se les forma y dirige en todos los aspectos, incluso el religioso si son voluntarios para el mismo.
No tardaría en comenzar para ellos la acción. En Abril de 1967 realizan ejercicios conjuntos con los comandos franceses, embarcados en el portaviones Clemenceau, saltando en paracaidas desde los aviones, en una operación denominada Atlantide 67.
Y sin estar aun reconocida oficialmente la Unidad, algo que no sucedería hasta el 1 de Enero de 1970, el 7 de marzo del año 1969 fueron llamados a participar en la repatriación de los ciudadanos españoles que se encontraban en Guinea Ecuatorial, cuando Macías, que se había formado militarmente en la Academia General Militar de Zaragoza, se sublevó declarándose independiente.
La Unidad de Operaciones Especiales participaba en otras maniobras conjuntas con el Grupo Fusileros de Marina Francés conocido como Groufumaco en las Islas Canarias. Su misión consistía en descender en paracaídas de noche en la playa, para balizar o marcar donde desembarcaría la Infantería de Marina de los buques Aragón y Castilla. Aquella noche la lluvía caía de manera inusual en la zona. Asegurando los lugareños que era ese el único día al año de agua abundante en Fuerteventura. Riesgo añadido a la nocturnidad y descenso.
Finalizadas las maniobras y, mientras se encontraban en una recepción, se recibe la orden ministerial de que la Unidad embarque en el Canarias con destino a Guinea, como avanzadilla al Batallón de Desembarco que se encontraba en el Aragón y Castilla. El crucero Canarias partiría como buque corsario sin bandera para no ser reconocido, hacia las costas africanas. Esta operación no concluiría hasta el mes de mayo de dicho año.
las familias ignorábamos su destino y sólo un mes y medio más tarde recibíamos un telegrama oficial comunicando que nuestros maridos se encontraban en perfecto estado en una misión importante. Telegrama que conservo algo deteriorado.
Otra imagen de la playa de San Fernando, con la primera, sexta y séptima de mis hijas, Begoña, Raquel y Esther
El regreso de Guinea, tres meses después de su marcha fue apoteósico. En el buque Aragón se repatrió a la Guardia Civil y un grupo de religiosas de Fernando Po. El resto regresaría en los otros dos barcos. Cuando acudimos al puerto de Cádiz, para recibirlos mis ojos no podían dar crédito a lo que descendía del barco, no sólo por aquel capitán barbudo y bigotudo al que no reconocía como mi marido, al que la barba y el bigote no le durarían ni venticuatro horas, (no por nada, simplemente por cuestión de gustos) sino por el parque zoológico instalado en el Aragón que desde tierra vislumbrábamos todos los presentes: cacatuas, loros, monos y demás especies tropicales agenciadas por los Boinas Verdes. En el reparto, a mis entusiasmados hijos les tocó una chimpacé monísima, nunca mejor dicho, bautizada como Mirinda, un cráneo de gorila y lo único práctico del paquete, un ventilador de aspas que refrescaría los calurosos días de viento de Levante que solía azotar los veranos de La Isla, nombre por el que también se conoce a San Fernando.
En la foto el cabo primero Jimeno Blanco con Mirinda, quien se hizo cargo de ella cuando, harta de que alterase el orden que en solitario había logrado imponer en todos los elementos, humanos y materiales de mi hogar, la regalé como mascota a la UOE, con gran dolor y llanto de mis hijos. Fue uniformada de Boina verde para alguno de los desfiles por la ciudad. La pobre Mirinda terminó afectada de la cabeza, nada de extrañar después de algunos meses de convivencia con los intrépidos guerrilleros españoles. Y terminó sus días en el zoológico de Jerez.
Cuando no se había cumplido el mes de su estancia a mi lado y al de sus hijos, los Boinas verdes que continuaban sin ser reconocidos, son llamados a una nueva operación, la recesión de Sidi Ifni. Como es lógico del desarrollo militar de estas operaciones no cuento nada porque no es cosa mía. La operación se bautizó con el nombre de Tabaiba y la entrega al Sultán marroquí de aquel territorio por fortuna sólo duró veinte días del mes de junio.
La actividad fue constante. Como ya anticipé en la primera parte de este serial, marido y mujer nos reconocíamos unos diez días al mes. Para no extenderme más sólo quiero añadir que mi visión como sufrida mujer del fundador de la Unidad de Operaciones Especiales de Infantería de Marina, es la de que él supo dar un paso adelante cuando sintió esa imperiosa llamada, sin cálculo alguno de lo que tendría que entregar a cambio. Y yo un paso hacia atrás para no estorbar. Nunca me arrepentí de ello porque en el matrimonio si quieres ser feliz, primero tienes que hacer feliz al otro. Tengo la certeza de que mi marido nunca hubiera sido feliz si yo me interpongo. Además se trataba de la Milicia, se trataba de España.
Siempre ocuparon el primer lugar en su pensamiento sus hombres, oficiales, suboficiales y soldados. Volcándose, frente a todos. para lograr lo mejor para cada uno de ellos, tanto en el terreno militar como en el personal. Se desvivía en una vigilancia constante con el fin de evitar accidentes o malos tratos. Lo consiguió y testigos hay por esos mundos, donde a veces nos los encontramos, de lo que digo. Sólo una vez tuvieron un accidente desgraciado con el lanzamiento de una granada que le explotó en la mano al cabo segunda Castro Molina, con la pérdida de dos dedos de la mano derecha y de refilón destrozó el pantalón de su jefe, con el consiguiente sobresalto para mí. Castro fue ascendido a Sargento Honorífico del Cuerpo de Mutilados por la Patria, hoy extinguido.
Como sucede con la mayoría de las cosas altruistas de la vida, poco reconocimiento de méritos, por parte de los superiores salvo honrosas excepciones, se han recibido. El cariño y la devoción con que le recuerdan y nombran todos los que pasaron por sus manos es la mejor de las recompensas. Alguien me dijo una vez que los informes de los militares deberían ser formulados por sus inferiores y no por sus superiores. Y tenía razón.
Puede que alguno, de los que me lea, piense que en la elaboración de este post ha tenido que ayudarme el propio fundador; error que no quiero nadie cometa ya que estos recuerdos vividos a presión, con fechas incluídas, soy yo la que, desde que supe que podría competir con cualquier mujer del mundo que se interpusiera entre nosotros, pero nunca lo lograria con la U.O.E, los ha ido archivando con sumo cuidado y cariño para transmitirlos a mis descendientes, sin pensar por lo más remoto que un día serían publicados en este invento tan singular y entrañable de un blog.
El 4 de septiembre de 1968, el, ya General Galinsoga, le impone la Cruz al Mérito Naval de Primera Clase.
Estas son mis diez Medallas que ya ni cabían en la foto.
El 5 de agosto de 1960 me casé con un Infante de Marina.
Nunca pensé que viviría el resto de mis días con un Boina Verde.