EXTERMINAR A GARZÓN

Yo no pensaba escribir hoy nada, entre otras cosas porque quería dejar la imagen de María Paz Unciti un día más presidiendo este blog. Pero ¡no puedo más! y por otro lado pienso que esta heroica niña-mujer, si aun viviese, también le diría cuatro cosas a este torcido ejemplar de la judicatura.

Hoy aparece en las portadas de casi todos los diarios, que debe ser lo que a él le gusta, a excepción de El Mundo, su espantada. Ahora, después del revuelo organizado y después de la polvareda levantada entre muertos y vivos que padecieron la guerra, el señorito de la jurisprudencia, de pruducencia ni un pelo, recoge velas y se percata de que Franco ha muerto, justo la víspera del aniversario de su muerte. Y cómo quien desterró el comunismo de España se encuentra ya lejos de esta caricatura de la España que dejó en manos del Rey y de todos los españoles, no hay posibilidad alguna de clavarle el diente penal.

Y ¿usted Garzón de mis pecados, no conocía de antemano este detalle? Mi curiosidad es si, por estos desmanes que nos ofrece, le pagan dietas o emolumentos especiales. Si fuera así hasta podría entenderlo, dada la voracidad crematística de sus correligionarios. Pero revolver por revolver, hasta en las tumbas, no es posible que mis entendederas lo asimilen. O yo soy muy corta o su mente ya va camino de lo senil.

Me entero por Hermann Tertsch, en su columna en el ABC, 19-10-2008, del dolor provocado en Madrid, a una serie de viudas, cuya edad imagino, haciéndolas revivir los horrores de los años treinta, al recibir en sus casas, sin previo aviso, a unos policias que buscaban a sus maridos. Todos muertos hace décadas por el delito de haber sido carlistas o falengistas. Al enseñar sus placas afirmaban que actuaban en nombre del juez Garzón. Reclamaban la presencia del marido o su certificado de defunción. Es fácil imaginarse el terror que helaría las venas de estas mujeres que ya tuvieron que pasar por algo semejante en los años de la persecución marxista, que asaltaba los hogares para registrar y llevarse a los hombres de la casa a la que no regresarían jamás. Yo me pongo en su lugar y me habría quedado en el mismísimo sitio, o sea muerta de infarto. Y Garzón empleando la policia que tanta falta hace en otros menesteres, en amedrantar a octogenarias que ni se acordarían de donde guardaban los certificados de fallecimiento de sus maridos.

¡Aplausos, juez del terror! Y todo para reconocer hoy que se equivocó, ¡bravo!. Hay errores que se pagan con dimisiones ¿o tampoco sabe esto?.

No, no debe saberlo porque para consolarse de su craso error, que ha levantado todas las ampollas que ya estaban cicatrizadas, lanza su última sentencia comparando el franquismo con el exterminio judio.

Si hay que exterminar a alguien yo voto porque sea usted el exterminado.

Y lo siento yo no quería hoy escribir ni publicar nada.