viernes, 7 de noviembre de 2008
LIMPIEZA DEL CORAZÓN
Estar cerca del mar, sentir la vida cerca del mar tiene sus consecuencias. No físicas, que también, sino anímicas. Junto al mar parece que ese pequeño órgano que te mantiene en vida, quisiera hacerse notar de manera especial. Y al hacerse notar, sientes una fuerte descarga eléctrica que sacude fibras y pensamientos. Por eso hoy quiero escribir desde el corazón y desde el Mediterráneo que es en verdad donde me encuentro.
Con estas dos premisas grandiosas, el mar porque es inmenso y el corazón porque no tiene límites, no puedo tratar de otra materia que no sea el propio corazón. Desde el ángulo de su purificación.
¿ES NECESARIO PURIFICAR EL CORAZÓN?
Necesario porque a lo largo de la vida, se van adheriendo a él, deseos, amores, desamores, odios, venganzas...Elementos buenos, menos buenos y malos que no sabemos reconducir. Y la mayoría de las veces no por malicia o desidia. Lo frecuente es que ni nos percatemos de la consistencia que dichos estorbos van adquiriendo dentro de nosotros. La vida transcurre a tal velocidad que no nos brinda ocasión de parar. La actividad física nos devora y el cerebro no cesa un segundo de emitir pensamientos, razonamientos y decisiones, inadecuadas a veces, Simplemente, para estar a la altura del vertiginoso pasar de la existencia real y material del hombre sobre la tierra.
El correr atolondrado, va depositando en el corazón semillas de hierbas nocivas que se entremezclan con lo bueno, grande y heroico que en él reside. Por eso hay momentos en la vida, en que debemos forzar una decisión, la de acometer esa limpieza general e intensiva de nuestro órgano vital. De igual manera que, ante cualquier riesgo físico, no dudamos en someterlo al más estricto control.
¿Detergente infalible?
El único detergente posible para limpiar el corazón es la VERDAD. Verdad que muchos pretenden encontrar o buscar en apoyos externos, en frases grandiocuentes, en la Poesía, el Arte o la Literatura. Pero la verdad está dentro de uno mismo. Es necesario bucear en profundidad hacia dentro. Ir al fondo de todo para toparse con ella. Apartar telarañas en las que han ido quedando apresados, sentimientos, deseos... que sin intención de asumirlos, están dañando el propio corazón hecho, creado para amar, para engrandecer todo lo que ama.
Con la verdad aprendemos a separar lo bueno de lo menos bueno; lo duradero de lo eventual; a distinguir lo que es un compromiso de por vida de lo accidental. Cuando hay momentos en que no se mira con claridad, en que lo accidental puede haber dejado un poso que nubla esa mirada interior, ¿cómo atajarlo?.
Sólo hay una fórmula: la verdad sin paliativos. Aunque duela y duele. Se trata de asaltar con ella, a lo comando guerrillero, ese reducto donde albergamos lo más valioso de nuestra vida. A la luz de la verdad siempre se encuentra lo que se debe purificar.
No es necesario vaciar o cerrar el corazón a todo impulso de amor. cerrar el corazón es condenarlo a no amar. Distinto es limpiar y colocar cada elemento en el lugar que le ccorresponde.
EL PERDÓN
La verdad que purifica conlleva la fuerza del perdón. Para recibir ese perdón de los demás es necesario perdonarse uno mismo y reconocer que hemos fallado en el amor. En falta de generosidad, en deseos de excesiva posesión que es lo que más asfixia el amor; posesión con los hijos, con el marido o la mujer, posesión con los amigos. Pretender entrometernos en la vida de los demás. El egoismo o el odio albergado...Reconocer, es encontrar la vía del perdón. Borrar, purificar la memoria donde hicieron nido esos malos deseos y obsesiones. Hay momentos en que resulta más fácil perdonar a los demás que perdonarse así mismo o recibir con humildad el perdón de los demás.
Estamos hambrientos de perdón. Sólo en él la memoria renace limpia, se purifica y purifica el corazón. Al mismo tiempo lo agranda y dispone para cumplir su destino, el único posible para lo que fue diseñado por su Creador, por el Dios que es AMOR y es PERDÓN.
El mar es imagen viva de perdón y purificación. Los barcos, el hombre, la vida, van depositando toda clase de desperdicios y basuras en él, pero en su oleaje, su acercamieno a la orilla lo limpia, expulsando la basura vertida en su seno, la porquería que lo ensuciaba. De igual manera el corazón en oleadas de amor, puede ir depositando en la playa del perdón, todo aquello que frena el desarrollo de un amor puro y sin límite hacia sus hermanos, hijos del mismo Padre. Así se puede hallar el amor sin apegos, sin obsesiones, amor grande, sin límites que pregona San Pablo.
Por eso desde el mar, que me trajo estas palabras, para mi y para el que quiera leerlas, siento la necesidad de perdonarme por todo lo desordenado que a estas alturas de mi vida ha podido albergar mi corazón y pido perdón, desde Dentro, a todos los que deban y quieran perdonarme, para renacer a ese amor grande, sin límites al que Dios nos llama.
Pero pido perdón, no por lo que ocurrió hace mil años o 70, perdón por lo personal, por lo que yo he hecho, por lo mío.
CORAZÓN MÁGICO DE DYANGO
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7 comentarios:
Muy bella tu entrada, Militos. Me ha encantado.
Me ha arullado el vaivén de las olas. Gracias Militos porque necesitaba la calma después de dos semanas de peligro de infarto laboral.
Querida amiga, gracias por preocuparte por mí. He estado aquí en la blogosfera leyéndoos a todos aprovechando ratitos y con los dedos nerviosos queriendo comentar, pero el absurdo de este Gobierno que crea plazas por motivos demagógicos, sin pensar en que se requieren personas para atenderlas, unido a las vacaciones de una compañera, ha cuaduplicado mi trabajo desde el día 24 de octubre y roto toda la arquitectura de conciliación trabajo-familia sobre la que he montado mi vida. El lunes ya vuelve mi querida compañera y respiraré un poco.
Un día tenemos que tomar una tortilla de patatas juntas. Yo creo que se nos da mejor a las que tenemos muchos hijos porque el secreto de la tortilla es freir la patata despacito, casi olvidarse de ella, dar unas vueltas de vez en cuando para que quede molidita y mientras hacer otra de las mil cosas que requieren nuestra atención. A mi lo que se me da muy mal es lo que hay que estar removiendo continuamente porque me comen los nervios.
Muchas gracias maestra, perdón Militos
Un beso
María Jesús
Hola militos,lo que escribes y defines es estupendamente una maravilla de post. Tu vida, tu forma de amar, tu manera de expresar, tu manera de estar y encontrar lo hermoso que hay dentro de lo simple y grandioso que es tu vida.
Definitivamente es bella...por donde se le mire, por sus cuatro costados. Así digan lo contrario, siempre escucha a tu corazón y escribes lo que dice tu corazón.Buen fin de semana.
LUISA: Veo veo tu sonrisa sin límites. Ha llegado hasta el mar y aahora no sé que hacer co ela si bañarla o ponerla al sol.
Gracias hermanita. besitos
Martha. Ni te figuras la aalegría que me das cada vez que veo tu alegre cara en los comentarios. Muchas gracias. Besos
María jesús: deseo que te alivien ya de tanto trabajo.
Has dado en el clavo en dos cuestiones altamente importantes:
1 que Zp crea sin ton ni son y no pone los medios para desarrolar lo qque crea.
2 El secreto de nuestras sabrosas tortillas de patata. Lo malo es que ya lo va a saber todo el mundo y nos haran la competencia. No volveremos a ganar ningun concurso.
Y mis nueras que no lo aprenden por más que se lo digo... Las pobres cada vez que hacen tortilla tienen que escuchar eso tan odioso de : como las de mi madre... ninguna.
Un beso
Alter: porfa, no me digas esas cosas que me haces llorar de emoción. Tú si que comunicas lo mejor de ti a los demás.
Un abrazo
Preciosa la comparación, Militos,
de la purificación del corazón através del amor con la del mar através de sus olas y cuanto mayor sea el oleaje de amor, más puro y con aguas más cristalinas quedarán las aguas de nuestro corazón.
Buen fin de semana y disfruta de la naturaleza que a la postre es como elevar una oración a quien la creó.
Un beso
Muchas gracias Terly, tus palabras siempre son un acicate para seguir en este camino a pesar de los baches.
Un beso
Salomón decía que los goces materiales son “vanidad de vanidades y sólo vaciedad”.
Amarrados a este mundo olvidamos las virtudes que Santa Teresa recomendaba al orante: amor, desasimiento y humildad.
Muchas gracias por recordárnoslo.
Un saludo
María Jesús
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