LAS MANOS DE DIOS
Reciéntemente, un querido y sabio bloguero de la primera etapa, ICUE, en su blog UN PADRE DE FAMILIA, publicó un post titulado LAS MANOS DE DIOS, que recomiendo. Esas manos de Dios tienen toda la fuerza y providencia para las necesidades y peligros de sus hijos. Él nunca nos suelta de su mano, a pesar de que nuestra rebeldía en ocasiones intente zafarse de ellas.
MANOS HUMANAS
No quiero hoy hablar de las divinas manos, ya que Icue lo hizo de manera perfecta, sino del inspirado lenguaje de las manos humanas que sin hablar lo dicen todo, no sólo con esos signos que son maravillosas palabras para los que lo necesitan, sino de lo que significa o puede significar el hecho de que dos manos se encuentren. Ellas son capaces de transmitir los sentimientos más puros y amorosos.
Todo el amor del mundo viene de Dios, es su reflejo, saber darlo a los demás a través de las manos es un don que debemos agradecer y expandir con generosidad. El gesto de darnos la paz en la Santa Misa, es verdad que en ocasiones provoca demasiado jolgorio que puede distraernos, es lo que hay que evitar, sin embargo, es bueno que esta iniciativa de la Iglesia se haya introducido en la celebración eucarística porque nos abre a los demás, nos acerca y hermana.
Ciértamente, en ocasiones nos cuesta adaptarnos a las innovaciones de la Iglesia porque el hombre es un animal de costumbres, pero este gesto de la Paz, si se hace con respeto, con verdadero amor fraterno no tiene por qué alejarnos, ni despistarnos del Misterio Central, de estar presente en el Calvario, en el Sacrificio de la Cruz que se realiza en el Altar. Por eso es triste cuando te encuentras con alguna persona a la que te acercas con la sonrisa por delante y parece que te alarga la mano como a regañadientes o incluso cruza los brazos para no dártela y, malhumorada, esboza un leve susurro de paz del Señor. Por el contrario, es hermoso recibir y dar ese apretón de manos firme, decidido y no lánguido de algunos que dejan caer su mano entre la tuya como desganada, blandengue... La paz, las manos se dan o no se dan.
Sentir el calor de otra mano en la tuya, dentro o fuera de la iglesia, es uno de los goces que viniendo de Dios se pueden disfrutar en esta vida atareada y presurosa que llevamos.
RECUERDOS
Yo no sé como serán ahora estas cosas, pero en mis tiempos el amor te llegaba por el simple roce de la mano. Con él tu corazón palpitaba a toda velocidad, revoloteaban mariposas de colores en el estómago, la luz se volvía especial en tus ojos y todo desaparecía a tu alrededor. Tu mano en su mano se balanceaba en paseos interminables. Perdonar si me asaltan los recuerdos, a mi edad es lo que tiene, viene a ser como una afirmación gozosa de lo que has vivido... Así recuerdo ahora, con vuestro permiso, cómo, con quien gracias a Dios, sigue a mi lado, nos paseábamos de la mano el todo Madrid. Nuestros posibles no eran como esas pagas que hoy reciben los hijos sin hacer nada a cambio, no daban para cines ni otra clase de diversiones, pasear de la mano era el colmo de la felicidad para muchas parejas.
Cuando llovía a cántaros, solíamos subir al autobús de dos pisos en el inicio del trayecto, era el número 2 que circulaba por O'Donnell para atrevesar toda la Gran Vía madrileña. Al llegar al final continuábamos el viaje en sentido inverso, ni siquiera el conductor se extrañaba, siempre mano en mano. Cuando Dios bendijo nuestra unión con el Sacramento del Matrimonio, nuestro caminar por la vida fue del brazo, vinieron los hijos y ellos se enlazaron a nuestras manos. Ahora que seguimos unidos y los niños han emprendido sus propias vidas, hemos vuelto a caminar de la mano. Así nos gusta más, así hemos retornado al primer amor.
Puede que desentone este post en un blog tan de batalla, pero lo escribí en el campo, un día brumoso en que el sauce, mi sauce, se había desprendido ya de todas sus hojas, daba pena y pudor contemplarlo tan desnudo, hasta los madroños, al mirarlo, se descolgaron del árbol llenos de rubor.
En el suelo una alfombra de hojas secas alfombraba mis pasos por el jardín...
He vuelto a Madrid, de mi pluma, de mi teclado saldrán ahora historias más reales, palabras distintas, pero siempre, siempre llegarán a vosotros, a quien quiera leerlas, como un fuerte y cálido apretón de manos, lleno de amor y amistad.
Yo no sé como serán ahora estas cosas, pero en mis tiempos el amor te llegaba por el simple roce de la mano. Con él tu corazón palpitaba a toda velocidad, revoloteaban mariposas de colores en el estómago, la luz se volvía especial en tus ojos y todo desaparecía a tu alrededor. Tu mano en su mano se balanceaba en paseos interminables. Perdonar si me asaltan los recuerdos, a mi edad es lo que tiene, viene a ser como una afirmación gozosa de lo que has vivido... Así recuerdo ahora, con vuestro permiso, cómo, con quien gracias a Dios, sigue a mi lado, nos paseábamos de la mano el todo Madrid. Nuestros posibles no eran como esas pagas que hoy reciben los hijos sin hacer nada a cambio, no daban para cines ni otra clase de diversiones, pasear de la mano era el colmo de la felicidad para muchas parejas.
Cuando llovía a cántaros, solíamos subir al autobús de dos pisos en el inicio del trayecto, era el número 2 que circulaba por O'Donnell para atrevesar toda la Gran Vía madrileña. Al llegar al final continuábamos el viaje en sentido inverso, ni siquiera el conductor se extrañaba, siempre mano en mano. Cuando Dios bendijo nuestra unión con el Sacramento del Matrimonio, nuestro caminar por la vida fue del brazo, vinieron los hijos y ellos se enlazaron a nuestras manos. Ahora que seguimos unidos y los niños han emprendido sus propias vidas, hemos vuelto a caminar de la mano. Así nos gusta más, así hemos retornado al primer amor.
Puede que desentone este post en un blog tan de batalla, pero lo escribí en el campo, un día brumoso en que el sauce, mi sauce, se había desprendido ya de todas sus hojas, daba pena y pudor contemplarlo tan desnudo, hasta los madroños, al mirarlo, se descolgaron del árbol llenos de rubor.
En el suelo una alfombra de hojas secas alfombraba mis pasos por el jardín...
He vuelto a Madrid, de mi pluma, de mi teclado saldrán ahora historias más reales, palabras distintas, pero siempre, siempre llegarán a vosotros, a quien quiera leerlas, como un fuerte y cálido apretón de manos, lleno de amor y amistad.
5 comentarios:
En nada desentona, ¡VAYA PEDAZO DE POST QUE TE HA SALIDO!, ¿eras tu la que decía que se queria retirar hace dos diasssss? No nos podíamos perder este post, ni todos los que vendrán después, que serán todos, como ese cálido apretón de manos, lleno de amor, que ya siento personalmente.
¡Que fotos! Vaya despliegue de experiencias, de testimonios, de vida, de ESPERANZA y DE FE....
Es uno de los posts que más me han gustado de toda la blogosfera, gustado y conmovido...
Besiños agradecidos.
Que preciosa entrada.
Mili, me alegra que seas muy feliz.
Hoy lo soy más, sabiendo que nuestra Santa Madre de Guadalupe nos ha unido más como hijos.
Graciaaaaaaaaaas!!
Militos, no hay nada más real que el amor...si me apuras es lo único verdadero y real que existe, así que tu entrada es perfecta en todos los sentidos.
Me ha encantado la reflexión que haces...y las fotografías ¡qué suerte poder disfrutar de la naturaleza como tú lo haces!.
Un abrazo y ¡¡¡muy feliz día!!!
Yo me identifico más con la canción "Una de romanos" de Joaquín sabina, del albúm "El hombre del traje gris".
O también esa que decía "...cuánto más le doy ella menos me da, a veces tengo dudas, no será un tal Judas el que la enseñó a besar..."
Amor, manos ... etc
¡bufff, como me gusta esta entrada,no sabes hasta que punto haría mías muchas de las cosas que dices en ella, desde el principio hasta el final.
Un abrazo.
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