DESCOMPLÍCATE

El alma humana, (y digo alma humana porque en una ocasión Juan Pablo II dijo que seguramente los animales tenían otra clase de alma), en ocasiones resulta complicada y eso no es bueno para andar por la vida. Sabemos que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta ; si la distancia a recorrer mientras vivimos en la tierra es larga, muy larga, cuanto más recta sea nuestra trayectoria antes llegaremos a la meta, una meta que para los predestinados está bien clara, la meta es el Cielo, la meta es Dios.

Muchos ejemplos tenemos en el Evangelio, están ahí para que aprendamos a comportarnos, uno de los mejores es el que escuchamos en la Misa de ayer: "La curación del Leproso (Marcos 1, 40-45)

Éste que había sido declarado impuro por ley, no duda un momento, sabe donde está su curación y va en línea recta a quien puede sanarle. No se anda con rodeos: "Si quieres, puedes curarme." Esa es la actitud, "Si quieres," si es tu voluntad... y Jesús quiso..., quedó limpio.

Pero una, que a veces es rebelde, a veces es "currito me opongo," se pregunta: ¿Y por qué a él y a los demás, a mí, no? ¿Es más guapo? ¿Es más bueno? ¿Reza más que yo? ¿Por qué ahora no haces milagros como aquellos? ¿Ya no eres poderoso, ya no te importamos?

Tengo que confesar que me pasé el domingo pensando en ello, hasta que, atardecido, busqué una respuesta que me satisfaciera. ¿Sabes donde la encontré?: En el Catecismo de la Iglesia Católica, la Iglesia tiene respuesta para todas nuestras inquietudes.

Los milagros que hizo Jesús mientras vivió en la tierra los hizo para que los que los presenciaban creyeran en Él y los milagros que, por su intercesión o la de los santos, se siguen haciendo en su nombre, son para la conversión de nuestro corazón.  La unica conversión que se nos pide es la de aceptar su Voluntad en todo momento.

Descomplícate, sigue la línea recta:

!!Señor, si quieres puedes curarme!!