NOVIEMBRE Y AMISTAD

 

 

 

Hoy desperté normal, dando gracias a Dios por el nuevo día, pero a medida que éste avanzaba la lluvia exterior se me fue colando dentro, entonces caí en la cuenta de que noviembre ya había llegado; este noviembre que desde niña me volvía melancólica; pasaba las horas delante de los libros de estudiar sin asimilar nada de lo que parecía estaba leyendo, mi cabeza reposaba en una mano y no salía de mi abstracción hasta que alguien de la casa me llamaba. Hoy, gracias a Dios, no puedo ocuparme en no hacer nada, porque las tareas del hogar y las de los blogs se me amontonan a nada que paro, pero noviembre es noviembre y como cada año provoca en mí una cierta morriña o saudade.

 

Afortunadamente a estas horas,  me han sacado del ensimismamiento unas bonitas palabras de San Agustín que con un gran contenido,  son de esas cosas agradables que te compensan de muchos sinsabores que trae la vida y que no todo el mundo sabe apreciar en su verdadero valor. Por eso aquí os las dejo para ver si vosotros sabéis sacarlas ese  contenido de alegría y ternura  ante el cual no hay noviembre que no se rinda.

 

Así veía San Agustín la AMISTAD,  
 en sus confesiones:

 

"Conversar, reir, servirnos mutuamente con agrado, leer juntos libros bien escritos, chancearnos unos a otros y divertirnos en compañía; discutir a veces, pero sin animadversión, como cuando uno disiente de sí mismo, y con tales disenciones, muy raras, condimentar las muchas conformidades;  enseñarnos mutuamente alguna cosa, suspirar por los ausentes con pena y recibir a los que llegaban con alegría. Con estos signos y otros semejantes que proceden del corazón de los amantes y amados, y que se manifiestan con la boca, la lengua, los ojos y mil otros movimientos gratísimos, se derretían, como con otros tantos incentivos, nuestras almas y de muchas se hacía una sola.

 

San Agustín, ConfesionesIV, 8,13

 

 

Una curiosa anécdota

En la guerra

 

Un soldado a su teniente: _Señor mi amigo no ha regresado del campo de batalla; solicito permiso para ir a buscarlo.

Teniente:  _Permiso denegado. No quiero que arriesgue su vida por un hombre que probablemente esté muerto.

 

El soldado haciendo caso omiso de la prohibición, salió y una hora después regresó mortalmente herido, tranportando el cadaver de su amigo.

El teniente furioso: _  ¡Ya le dije que había muerto!`¡ Ahora he perdido a dos hombres! Dígame ¿Valía la pena ir allá para traer un cadaver?

El soldado moribundo respondió: ¡Claro que sí, señor, ! Cuando  lo encontré todavía estaba vivo y pudo decirme:

 

_ESTABA SEGURO QUE VENDRÍAS

 

 

La amistad es aquel que llega cuando el mundo se ha ido.

 

La amistad es como  la música;  dos cuerdas del mismo tono que vibran a la vez aunque sólo se pulse una.

 

 

Santa María de la Almudena, ruega por nosotros

 

 

A los madrileños y a las Almudenas,

 muy feliz día.