EN EL 477 ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL CUERPO DE INFANTERIA DE MARINA.
FELICITACIÓN Y PROTESTA
Más de cincuenta años de mi vida los he invertido en la Infantería de Marina Española, no de manera directa, pero sí de una forma tan conjunta que no podría desmarcarme de ellos.
No los voy a recorrer en este post de manera detallada porque, entre otras cosas, ya están vividos, forman parte del pasado, pero sí quiero alegar que desde el primer momento en que aún adolescente dije sí al amor perdurable, supe que lo hacía doblemente. Conocía a la perfección que este Cuerpo de la Armada para todos los efectos, era algo inseparable de mi noviazgo y mi matrimonio. Desde el primer momento de mi relación, Ella, la Infantería de Marina, de la que a penas había oído hablar, pues en mi familia lo que privó siempre fueron los barcos, comenzó a adueñarse de mis pensamientos, palabras y obras, nunca de omisión alguna.
No los voy a recorrer en este post de manera detallada porque, entre otras cosas, ya están vividos, forman parte del pasado, pero sí quiero alegar que desde el primer momento en que aún adolescente dije sí al amor perdurable, supe que lo hacía doblemente. Conocía a la perfección que este Cuerpo de la Armada para todos los efectos, era algo inseparable de mi noviazgo y mi matrimonio. Desde el primer momento de mi relación, Ella, la Infantería de Marina, de la que a penas había oído hablar, pues en mi familia lo que privó siempre fueron los barcos, comenzó a adueñarse de mis pensamientos, palabras y obras, nunca de omisión alguna.
¿Sacrificios? ninguno, sólo entrega a ella por él y por ella a España o por España a ella, esto es algo que nunca pude discernir. Todo lo fui viviendo según las dos lo necesitaban.
Un noviazgo de cinco años con más separaciones que encuentros; a veces desánimos por la distancia y el largo porvenir; emociones y entusiasmo al ir conociéndola a través de conocerle a él; sentimientos encontrados de amor y temor, de felicidad y nostalgia, de deseos de realización e imposibilidad de llevarlos a término a corto plazo. Viví la formación militar y la formación prematrimonial al mismo tiempo, por carta y alguna que otra llamada telefónica controlada por la autoridad paterna.
¡Si el móvil se hubiera inventado por entonces!
Pero lo conseguimos, nos formarnos en esas dos materias y creo, modestia aparte, con un notable alto.
Vacaciones de la Escuela Naval Militar.
Parque del Retiro de Madrid
La primera prueba entre Ella y yo apareció cuando, el día antes de nuestra boda, no se había recibido la autorización del Ministro de Marina, Almirante Abárzuza que se encontraba de viaje oficial. Era éste un requisito imprescindible para que cualquier marino o militar contrajera matrimonio con la elegida por él. Documento que se firmaba una vez investigada intensamente la prometida en cuestión.
Aquel incidente se resolvió de inmediato con la amenaza de mi Infante de declararse en rebeldía, si no se le entregaba en el acto.
Aquel incidente se resolvió de inmediato con la amenaza de mi Infante de declararse en rebeldía, si no se le entregaba en el acto.
De guardia en el Tercio Sur (San Fernando (Cádiz),
más tarde Tercio de armada
Yo de guardia en los jardines adyacentes al Tercio,
en mi primer embarazo
Otra cuestión que creí nunca podría superar, a pesar de lo satisfecha que me sentía de ser yo misma parte integrante de la Infantería de Marina, la más antigua del mundo, coletilla que siempre escuché unida a la mención de la misma, fue la de las frecuentes noches de guardia a realizar por el susodicho Infante. El miedo que pasaba en la soledad de aquellas casas rudimentarias del San Fernando de 1960, era superior a todo el esfuerzo que ponía en superarlo. No encontré otra solución, puesto que no se me permitía hacer la guardia con él, algo que nunca acabé de entender, ya que me consideraba de manera inseparable esposa e Infante, que entregarme ávidamente a la lectura de libro tras libro hasta que la luz del amanecer cegaba mis ojos.
Este inconveniente se fue solucionando por sí solo a medida que los niños fueron llegando, los miedos entonces eran de distinta índole: enfermedades, catarros, asma, cinco sarampiones a la vez (no existía la vacuna) cuatro paperas, cinco varicelas...etc... Eso era pavor al que no quedaba otra que hacerle frente, tanto sola como acompañada. Situaciones vividas por tantas mujeres cuyos maridos se deben al servicio a España y a su vocación militar, en ocasiones de riesgo, más frecuentes de lo que quisiéramos.
¡¡Ay aquellos abundantes días de campamentos, maniobras, desembarcos , incluso algún destino desconocido ...!!
¡¡Ay aquellos abundantes días de campamentos, maniobras, desembarcos , incluso algún destino desconocido ...!!
Hoy no quiero alargarme, en otra ocasión puede que me venga más inspiración para narrar otros recuerdos de esta vocación conjunta de Infante de Marina, siempre orgullosa y feliz de haber sido llamada a pertenecer de manera colateral a este glorioso Cuerpo de Infantería de Marina.
PROTESTA
Por todo lo mencionado y muchas cosas más que guardo en el tintero, mejor dicho en el teclado, junto con mi felicitación a todos los Infantes de Marina de la Armada Española, quiero dejar una indignada protesta que supongo no todos querrán entender y que paso a detallar:
Hemos recibido la invitación para asistir, el jueves 27 de febrero, a los actos de celebración de este Aniversario y me he sentido ofendida, ya que va dirigida a mi Ilmo (Ilustrísimo) marido. y acompañante, la cuestión es que no sé si se me excluye o se me aplica un sustantivo que no me corresponde.
Protesto porque yo no soy acompañante de mi marido, sino esposa legalmente casada como consta en documento de la Iglesia Católica y del Registro Civil.
Ya sé que los tiempos cambian y que hay que adaptarse a ellos, también conozco que estos modos nuevos proceden del M. de Defensa, hoy dirigido por políticos y políticas, pero con toda seguridad creo tener méritos suficientes para que se me reconozca como esposa de Infante de Marina, como a la inmensa mayoría que lo seguimos siendo, a las que hace poco se nos daba el mismo tratamiento que al marido, es decir Ilma. y en ningún caso el de acompañante. El Ilustrísima nos lo pueden obviar, no lo necesitamos, pero esposas lo seremos hasta que la muerte nos separe.
Ya sé que los tiempos cambian y que hay que adaptarse a ellos, también conozco que estos modos nuevos proceden del M. de Defensa, hoy dirigido por políticos y políticas, pero con toda seguridad creo tener méritos suficientes para que se me reconozca como esposa de Infante de Marina, como a la inmensa mayoría que lo seguimos siendo, a las que hace poco se nos daba el mismo tratamiento que al marido, es decir Ilma. y en ningún caso el de acompañante. El Ilustrísima nos lo pueden obviar, no lo necesitamos, pero esposas lo seremos hasta que la muerte nos separe.
Las o los que sean acompañantes estoy de acuerdo en que así se les denomine, pero yo me siento ofendida en mi honor por lo que me niego a asistir a tal celebración.
2 comentarios:
Qué bello, y qué recuerdos tan bonitos. Comprendo muy bien lo que nos dices.
Estáis ¡guapísimos!
Tienes razón, las formas son muy importantes, y más tratándose de una invitación personalizada, no me extraña nada que te duela.
Díselo a quién corresponda, pero no te pierdas este acto tan entrañable, a pesar de los pesares, seguro que te dará pena.
¡Muchas felicidades!, sois un ejemplo.
Una delicia leerlo, esposa y madre
ejemplares. Un beso grande.
Te dejé un mensaje.
Muchas gracias, querida Rosa. Ta denunciamos y nos respondieron que los tiempos cambian y que hay que adaptarse.
Por eso no voy, mi Infante sí, pero yo ya tengo muchos y buenos recuerdos de estos actos cuando los tiempos eran otros.
Un beso con mi cariño.
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