"Nosotros somos ciudadanos del Cielo," así se reconoce y nos reconoce San Pablo.
Es algo que debemos tener bien claro, aunque a veces resulte complicado porque estamos inmersos en una vida material, con sus exigencias naturales de trabajo, de sacar adelante una familia, deberes del hombre en la tierra en ocasiones agobiantes y siempre ineludibles que nos impiden ver más allá.
Por eso es muy bueno considerar de vez en cuando que estamos de paso, de peregrinación a la Patria verdadera y estos días que estamos celebrando de los Santos y los Difuntos, son muy indicados para hacer un parón y meditar sobre nuestro destino eterno. Confieso que con los años y desde hace poco, pido cada día al Señor que me haga desear la Vida Eterna.
En esta fiesta de los Difuntos, no todo es llorar por su ausencia, visitar los cementerios no es sólo para recordarlos que también, sino para celebrar una fiesta con ellos, limpiar las sepulturas, adornarlas con flores, rezar por sus almas,lo tradicional en estas fechas, hemos de convertirlo en una fiesta. Sabemos que han llegado a su meta y que algún día nos volveremos a encontrar. Dios no nos ha dado una familia, unos amigos, para que en el otro mundo seamos unos extraños.
Dios es AMOR y ese amor hará que cuando estemos en su presencia nos reconozcamos unos a otros. ¿No es una maravilla, aunque ahora lloremos su ausencia?
La muerte es algo accidental y un día tú, yo y los que ya nos han dejado nos volveremos a encontrar.
Os dejo algo que acabo de leer en el calendario y que ha motivado esta entrada y ha barrido, de momento, algunas tristezas que me enturbiaban el ánimo hoy "Día de los Difuntos:"
"No sé por qué nos empeñamos en usar el negro para los funerales y para esta fiesta. El color propio es el verde, el color de la primavera y la esperanza. Porque nos fiamos de Jesús que murió entregándose confiado a las manos del Padre. Sabía que estaba en buenas manos"
3 comentarios:
Así es, lo siento así, pienso más en verde que en negro.
Nos decía hoy nuestro párroco: "Lloramos y lloramos, y ellos, están en la Gloria, debemos alegrarnos".
Siempre siento mucha paz en el cementerio.
Su recuerdo me alegra, pienso en la suerte que he tenido de tener en mi vida un padre tan maravilloso y unos amigos tan esenciales para mí.
Te dejo mi cariño, en la distancia, pero muy cercano.
Un beso, besiños.
Hola paso de visita por el blog y me gusta por que a los que somos creyentes nos gusta la sensación de paz. Saludos
Un beso grande.
Después, te mando un correo.
¡Un beso!
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