Tus manos atadas, Señor,
compraron mi libertad.
Los azotes de tu espalda
mi cuerpo sanaron.
La corona de espinas
limpió mi lodazal.
Tras de Tí, mi camino
tus pasos persiguen,
Señor, voy buscando tu Cruz
en parajes desiertos;
voy despacio a tu Gólgota
sin poder alcanzarte.
Te pierdo, me pierdo,
dando palos de ciego.
No puedo encontrarte, mi cruz sin tu luz,
me pesa, me oprime...me asfixia su peso,
¡crudo rechinar de huesos!
¡Alúmbrame, Señor! en este día incierto.
Mis caídas...tus caídas, Divino Cautivo
mi cuerpo levantan, me acercan a verte
en todo lo que muevo.
Tu sed de agonía, ¡amado Cordero!
deshace mi pecado, lo entierra en el suelo.
Hiéreme Señor...con la misma lanza,
abre mi costado, con el tuyo abierto.
Ábreme mi Dios, ahonda en mi duelo.
Tu muerte, Señor, no sea mi muerte,
tu muerte... me nazca de nuevo
Viernes Santo 2009
1 comentario:
MORIR para VIVIR... para siempre. Que Dios se apiade de TODAS nuestras CONSTANTES CAIDAS... besos.
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